Sunday, March 13, 2011

Políticos y Universidad

La dimisión del ministro alemán de Defensa por haber copiado una parte de su tesis doctoral me trajo al recuerdo las palabras deliciosamente irónicas de un viejo profesor:

“Cuando uno copia de un autor comete plagio, pero cuando copia de dos puede llegar a hacer un discreto trabajo de investigación”.

Dicen las crónicas que Karl-Theodor zu Guttenberg, descendiente del inventor de la imprenta y aristócrata, poseía el glamour del que carece la clase política alemana, tenía una imagen de político comprometido y honesto y una brillante carrera política por delante. Pero cometió un error imperdonable en un país riguroso y exigente, que acabó pagando con la dimisión.

Dos reflexiones. La primera, que a la universidad de Bayreuth le colaron un trabajo que no merecía el calificativo “de investigación” y, descubierto el fraude, la misma institución académica demandó a su autor por atentar contra la ley de propiedad intelectual y por falso juramento. Es un ejemplo para las universidades gallegas que deberían recuperar y potenciar las líneas de investigación en las que prevalezcan el rigor y las aportaciones relevantes, antes que validar trabajos de escasa calidad y nula repercusión para la sociedad.

La segunda reflexión es de carácter político. Zu Guttemberg, que era un ministro decente, dimitió por haber cometido el “grave delito” de copiar unos capítulos de su tesis. Aquí, los nuestros no incurren en estos errores porque valoran más el carnet de partido que el título de doctor y su carrera profesional depende más de la lealtad al líder que del trabajo en la soledad de las bibliotecas. Por eso, políticos y Universidad no se llevan.

Pero dicho esto, sobran motivos para que algunos dimitan y va siendo hora de que todos asuman responsabilidades políticas en el ejercicio de la actividad pública, más allá de las consecuencias judiciales que se deriven de los delitos cometidos. ¿Cuanto tardarían en dimitir en Alemania políticos que implicados o tolerantes con casos de corrupción como prevaricación, cohecho propio e impropio, tráfico de influencias en beneficio de su entorno familiar y social o la práctica de jubilaciones fraudulentas?

De nuevo Alemania marca la pauta penalizando el fraude para recuperar el talento, el esfuerzo y el mérito como señas de la universidad y castigando el mal comportamiento de los políticos.

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