Saturday, December 26, 2009

Modernidad a medias

En una viñeta de humor, deliciosamente irónica, un veterano ferroviario apostado en la escalerilla del tren preguntaba a un paisano que caminaba por el andén: "¿Subes?". Non que levo prisa", le contestó. El dibujo, publicado hace unos años en un periódico, era una crónica perfecta de la velocidad que alcanzaban los trenes que circulaban por Galicia.

Pero eso era antes, cuando los trenes avanzaban cansinamente de una ciudad a otra parando en todas las estaciones para recoger a pasajeros que, por razones obvias, viajaban "con horario flexible", sin prisas. Ahora, Galicia acaba de entrar en la modernidad. Desde el día 13 es una realidad viajar de A Coruña a Santiago en poco más de media hora en un tren moderno y confortable que hace el trayecto placentero. No fue sin tiempo, porque tuvieron que pasar nueve años para que se materializara este primer tramo y habrá que esperar tres años más para que el Eje Atlántico ferroviario entre A Coruña y Vigo esté concluido.

Viajé en este tren entre Santiago y A Coruña y pude extraer dos conclusiones. La primera es la pérdida del tren de cercanías que, con sus defectos, prestaba el servicio necesario para que los vecinos de Bregua, Cerceda, Oroso o Verdía, por citar solo algunas de las estaciones desaparecidas, pudieran desplazarse a estas y otras poblaciones y a las ciudades. Hasta ahora, su recuperación es una vaga promesa y perderlo sería pagar un tributo demasiado elevado.

En segundo lugar, esta veloz "nosa señora de ferro" descubre las vergüenzas de las dos ciudades. A Coruña y Santiago son incapaces de prestar un servicio de transporte urbano, previo o posterior al viaje en el tren, razonablemente rápido para que los viajeros puedan llegar o salir de las estaciones en un tiempo adecuado. Hoy al bajar del tren en ambas ciudades la única alternativa para el viajero es el transporte privado en medio de un caos circulatorio, que desvirtúa el servicio integral de la alta velocidad.

Lo mismo pasa en los aeropuertos y puertos exteriores, lo que demuestra que somos especialistas en crear servicios incompletos, con carencias sustanciales. En el caso del tren, mientras no se subsanen estas deficiencias tenemos trenes rápidos pero modernidad a medias.

Wednesday, December 16, 2009

Un fracaso anunciado

El libro “Estrategias para España”, publicado en 2007 por la revista Capital con el patrocinio de la Fundación Caixa Galicia, dedica un capitulo a glosar el importante papel y la positiva aportación de las autonomías en el desarrollo regional, pese a que aún persisten muchos desequilibrios territoriales.

Curiosamente, ese capítulo está ilustrado por la foto de la primera Conferencia de Presidentes Autonómicos de octubre de 2004 que no produjo acuerdos, pero fue un gran éxito por ser la primera vez que se reunían los jefes de los ejecutivos de todas las comunidades y ciudades autónomas con el Gobierno de España.

Este lunes se reunió la IV Conferencia que concluyó con el fracaso previsible porque no fue capaz de superar los viejos enfrentamientos entre los dos partidos mayoritarios a los que pertenecen los presidentes y se celebró sin un modelo de funcionamiento que debería contar con un orden del día conocido con antelación y documentación trabajada por los fontaneros para allanar el camino a los acuerdos. ¿Culpables del fracaso? Todos, convocante y convocados son “desleales” con este país que es la víctima que sigue varada en el fondo del pozo de la crisis. A ellos solo les interesa el poder.

No es entendible que en España se reúnan todos sus gobernantes -patronal y sindicatos incluidos- y no lleguen siquiera a un acuerdo de mínimos sobre algunos grandes temas de Estado: políticas de fomento de empleo, estabilidad de las finanzas públicas, los problemas del sector agrario, del medio ambiente y otros asuntos. Que se lo expliquen al 20% de parados -el 42% entre los jóvenes-, a los ganaderos gallegos, a los miles de autónomos y comerciantes que cerraron sus empresas o a las familias que sufren en sus carnes los rigores de la crisis.

Que los presidentes autonómicos de un bloque y del otro no se entiendan y no trabajen unidos en la gobernanza es una desgracia para el país. Todos ellos y el Gobierno central, si no lo son, parecen unos frívolos que en lugar de gobernar exhiben una manifiesta dejación de sus responsabilidades. Escribió Castelao que “a realidade actual da noxo”, pero tampoco podemos “fuxir dela” ahora. Y no es fácil cambiarla porque también depende de ellos. Una pena.

Wednesday, December 09, 2009

Morosidad insostenible

“Los bancos no prestan”, sentenciaba lacónicamente el Gobernador del Banco de España en uno de sus análisis de la crisis, y son las pequeñas y medianas empresas las que más acusan esta falta de crédito que no riega sus arterias productivas con el circulante necesario para hacer frente a los gastos del proceso de creación de bienes y servicios.

Pero en muchas empresas el crédito es necesario sobre todo para hacer frente a los retrasos en los pagos y a las deudas de las administraciones -de todas las administraciones- cuya morosidad causa muchos problemas de tesorería y de rentabilidad y multiplica la mortalidad empresarial. Se estima que las administraciones central, autonómicas y locales adeudan a las empresas 12.000 millones de euros.

No tengo datos de Galicia, pero las deudas de las administraciones seguro que representan un problema para muchas empresas gallegas. La propia Xunta se comprometió a implantar en febrero un registro electrónico para garantizar a los acreedores el cobro de sus facturas en 45 días y acabar con la discrecionalidad en los pagos. La medida también debería ser obligatoria para los concellos que, en muchos casos, es cierto que dan más servicios de los que les corresponden, pero también es verdad que muchos de ellos los prestan a costa de no pagar a las empresas proveedoras.

También la Ley de Economía Sostenible, ese compendio de reformas que presentó la semana pasada el presidente Zapatero, incluye un capítulo que obligará a las administraciones al pago de las facturas en los treinta días siguientes a la expedición de las certificaciones de obra. El objetivo es el mismo: acabar con la morosidad que el sector público tiene con las pymes y los autónomos que, si se cumple, puede ser la salvación para muchas empresas.

Pero incomprensiblemente, esa disposición no entrará en vigor hasta 2013, cuando la primera medida de la Ley que pretende cambiar el modelo económico y relanzar la economía debería ser acabar con esos peregrinajes vergonzosos de tantos empresarios que van de ventanilla en ventanilla para regresar con los bolsillos vacíos, sin cobrar lo que les pertenece. Mientras las administraciones asfixien a las empresas no cabe pensar en economía sostenible.

Thursday, December 03, 2009

Otras fusiones

El escritor y humorista López Rico publicaba una viñeta en “Galicia Hoxe” en la que uno de sus personajes, buen observador de la realidad galaica, sentencia ante su colega de tertulia: “Tres universidades, tres aeroportos, dous portos exteriores, trescentos concellos, ¿onde imos? Mira á Igrexa: ¡un apóstolo!”.

Una reflexión contundente que se podría enriquecer con siete recintos feriales, palacios de congresos y otros chiringuitos dispersos. Pero de todos los ejemplos el más paradigmático es el del número de concellos, muchos de los cuales tienen unos límites administrativos que no coinciden con la geografía física ni con la realidad económica y social y casi todos, incluidos los grandes, sobreviven en medio de severas dificultades económicas.

Sus problemas hunden las raíces en un modelo de financiación indefinido y se agravan ahora por la crisis que disminuye sus ingresos mientras siguen prestando muchos servicios que son competencia de otras administraciones, lo que les lleva a contraer deudas y hacer frente a gastos en el ejercicio del papel de administración más cercana para atender a los vecinos.

Que el número de municipios de Galicia es insostenible lo vienen advirtiendo muchos técnicos y lo saben los diputados, alcaldes y diputaciones que son conscientes de las penurias económicas que ya impiden que puedan atender las demandas de los ciudadanos. La solución pasa, primero por las fusiones y después por fórmulas de cooperación intermunicipal a través de las áreas metropolitanas, que no acaban de configurarse, o las mancomunidades para mejorar la prestación de servicios rebajando sus costes.

Abordar esta cuestión tiene un precio político. Pero gobernar es ordenar el territorio e implica liderar el cambio estructural que exige reagrupar municipios dispersos y despoblados en unidades de mayor dimensión que faciliten una mejor atención a las demandas y necesidades de la población.

Seguramente esta reforma, igual que otras, requiere un gran pacto entre las fuerzas políticas y sociales que, si hay voluntad de corregir lo que está mal, se alcanza, como se alcanzó el consenso para la fusión de las cajas. Tener un número de municipios razonable y operativo también es una cuestión de país.