Wednesday, February 24, 2010

Malas prácticas

En el Parlamento de O Hórreo, que es la sede democrática para la confrontación, el debate y la discrepancia civilizada, son raros los acuerdos por unanimidad, como es natural.

Salvo excepciones. En el verano de 2007, los diputados aprobaron con esa unanimidad la reforma de la Ley de la Función Pública para que los altos funcionarios con dos años continuados o tres interrumpidos desempeñando el cargo perciban un complemento de "altos cargos", que convirtieron en legal, pero es una indecencia.

Estos días supimos que algunos parlamentarios cobraron gastos de desplazamiento y dietas que solo están justificados al amparo de un reglamento caduco aderezado con una dosis de picaresca. Y los portavoces de los grupos, lejos de reprobar la conducta de sus colegas y exigir responsabilidades, defienden la transparencia del mecanismo automático de cobro creado por la Cámara para compensar esos gastos y emplean el eufemismo de que se puede producir alguna "disfunción" en el sistema.

Son dos ejemplos de cómo sus señorías "cierran filas" y alcanzan el consenso en la defensa de sus intereses económicos y justifican las malas prácticas de algunos diputados que afean la conducta de todos. Aunque ahora pongan a funcionar el ventilador.

No sé si los parlamentarios se consideran bien pagados. Pero todos superan la media salarial y muchos ganan más de lo que hubieran soñado si compitieran en el mercado para acceder a un trabajo en la empresa privada. Por eso el cobro de dietas y desplazamientos empleando distintas argucias es una vergüenza, es un comportamiento indigno de los servidores públicos, no tanto por las cantidades como por lo que implica de pérdida de confianza en quienes administran nuestros recursos. En una empresa privada serían despedidos fulminantemente.

En aras de la regeneración de la vida pública y antes de que el tinglado se hunda, además de revisar estos gastos, también deberían decirnos cuánto nos cuestan los coches, los viajes, las tarjetas, los teléfonos, las comidas, los asesores y otras prebendas y caprichos en todas las administraciones. De saberlo seguro que echaríamos a correr con tanta rabia que hasta nos parecería razonable aquella pintada que decía "vota ti que a min dame a risa".

Wednesday, February 17, 2010

El pacto imposible

Oídas las manifestaciones de las portavoces de los dos grandes partidos se puede pronosticar que el único acuerdo al que llegarán Sus Señorías en la sesión de hoy en el Congreso va a ser "consensuar" la sentencia de Lampedusa: que todo cambie para que todo siga igual.

El país está como está, hecho unos zorros, y ante la delicada situación económica son muchos los que reclaman un pacto siquiera de mínimos de todas las fuerzas políticas para mejorar la solvencia y fortaleza de la marca España, buscar remedios para el paro y el déficit y para erradicar de la sociedad la incertidumbre y el miedo ante el futuro. Volvió a pedirlo El Rey la semana pasada: "Es hora de grandes esfuerzos y amplios acuerdos para superar juntos las graves consecuencias de la crisis".

Pero presiento que esta mañana tanto Zapatero como Rajoy, dos políticos que se desprecian, y otros portavoces, debatirán pensando más en acorralarse mutuamente para obtener réditos electorales que en encontrar juntos soluciones para los males que aquejan al país.

Tampoco es novedad, porque casi siempre transmiten esa imagen. Cualquiera que siga las sesiones semanales de control al Gobierno -también en el Parlamento gallego- llega a la conclusión de que los líderes y portavoces de los partidos viven en un mundo fantástico, desconectados de la realidad, y no son conscientes de la gravedad de los problemas de la gente que los eligió.

Dicen los manuales que gobernar es decidir y dirigir con criterio, enfrentándose a los problemas sin manipular ni falsear la realidad; sin mentir ni engañar al país. Y ejercer la oposición, además de criticar y controlar al Gobierno sin demagogias catastrofistas, implica y exige proponer alternativas creíbles y de largo alcance. La oposición ha de conseguir ser deseada, no temida.

En este momento ambos, Gobierno y oposición, deberían aunar sus fuerzas por lealtad al país. Como sigan así, unos sin tomar las medidas necesarias para recuperar un "crecimiento fuerte y duradero" y los otros quietos, sin propuestas, esperando que el Gobierno se desgaste y consuma en sus muchas torpezas, la conclusión es clara: el último que cierre la puerta y apague la luz.

Saturday, February 13, 2010

Si las cajas se van...

Las cajas han venido acompañando el desarrollo de Galicia con un apoyo sin reservas a las economías domésticas, a los profesionales y autónomos y a las empresas. Además, Caixa Galicia y Caixanova desplegaron una importante labor socio-cultural impulsando la cultura gallega, es decir, todo aquello por lo que Galicia se reconoce y se da a conocer como pueblo. Hoy las cajas forman parte del paisaje de esta tierra y, con otros símbolos, conforman las señas de identidad de Galicia, que sin ellas sería impensable.

Ahora, en el año tercero de la crisis, dicen que nuestras cajas deben fusionarse para sobrevivir y mantener el centro de decisión en Galicia que es su mercado natural. Dicho en otras palabras, Galicia tendrá mañana una caja por la vía de la fusión o ninguna, lo que implica que desaparecerían las dos diluidas en ese invento del SIP.

Pero el camino de la fusión está sembrado de obstáculos. Parece que las divergencias políticas se van a superar para que nadie quede en fuera de juego y el triunfo sea compartido por todos los grupos. Mas dura es la resistencia localista que está embarrando el terreno con posicionamientos y alguna manifestación delictiva o, cuando menos, irresponsable, que parecen buscar deslocalizar las cajas y los ahorros de los gallegos. Que bien vendrían aquí aquellas palabras de El Rey ¡Por qué no te callas!

Que Galicia cuente con una caja “gallega y solvente” no es una aspiración de cuatro descerebrados, sino el deseo de la inmensa mayoría que apoyan amplios sectores de la política, de la economía y sociedad gallegas que el viernes pasado firmaron el manifiesto “Galicia ten dereito”.

Estamos ante una decisión estratégica para el país. Porque si las cajas son absorbidas, Galicia no perdería fenosas o fadesas, por poner dos ejemplos recientes, sino que perdería a dos entidades financieras que son la sangre que riega las arterias económicas del país y el elemento dinamizador de su sistema productivo y cultural. Galicia perdería la batalla económica más importante de todos los tiempos.

Para evitarlo, no se pueden cometer más errores. Las decisiones precipitadas de unos y las manifestaciones irresponsables de otros deberían dejar paso a la sensatez y al compromiso de todos.

Wednesday, February 03, 2010

¡Malos tiempos, amigo!

¿Se acuerdan de aquella llamada de Leire Pajín en junio pasado para que estuviéramos atentos al “acontecimiento histórico” de la coincidencia de los liderazgos progresistas de Obama en Estados Unidos y de Zapatero al frente de la Unión Europea?

Pues la presidencia de turno de la UE no está siendo muy gratificante para el presidente del Gobierno porque, nada más asomarse al exterior, parece como si se levantara la veda para practicar el deporte de atizarle a él y al país. Primero fue el “Financial Times” que se despachaba a gusto con nuestra situación económica en un duro editorial que titulaba “Una España torpe guiará Europa”. Pocos días después “The Economist” afirmaba rotundo que “el presidente del Gobierno español no es quien para aconsejar a Europa sobre cómo alcanzar la recuperación económica”.

La semana pasada en Davos, el presidente tuvo que emplearse a fondo para tranquilizar a algunos garúes que dudan de la solvencia española. Aparcando su optimismo, reconoció que tenemos problemas, pero también tenemos recetas para resolverlos. España, concluyó, es un país serio, fiable y cumplidor que ajustará sus cuentas para volver a la senda del equilibrio económico. Ojala haya convencido a auditorio tan cualificado para despejar las dudas sobre España y tranquilizar a los mercados.

Aunque las medidas que anunció son poca concretas, nada consensuadas y llegan tarde. Si el plan de austeridad, la reformas laboral y de las pensiones y otras medidas se hubieran activado meses atrás como pedían los expertos, incluidos algunos de su entorno, habríamos ganado tiempo en la lucha contra la crisis. Pero mientras el país entraba en recesión y ardía consumido por el paro, el déficit, la deuda y la pérdida de confianza interna y de credibilidad en el exterior, el presidente y su Gobierno aplicaban placebos y tocaban la lira, como dice la leyenda que hacía Nerón cuando ardía Roma.

¡Malos tempos, amigo!, dice un personaje creado por López Rico a la estatua de Millán Astray. Aún así hay que mirar al futuro y Gobierno, oposición y autonomías deberían remar juntos para rescatar al país de este pésimo momento económico que se parece mucho a una emergencia nacional. Tiempo habrá para ajustar otras cuentas.