Wednesday, February 23, 2011

Las sesiones de control

El miércoles pasado se celebró en el Parlamento la sesión de control al Gobierno. Comparecían sus señorías tras el parón vacacional y había expectación por ver el primer cara a cara del año entre el presidente de la Xunta y los líderes de las otras dos formaciones políticas que preguntaban sobre el paro.

La sesión se desarrolló de acuerdo con el guión previsto. Los portavoces de la oposición recordaron los datos de crecimiento del paro del que responsabilizaron al gobierno y fueron especialmente duros con el presidente al que reprocharon su inacción, su pasividad y su huída ante tanta pérdida de empleo con la que fustigaba al gobierno bipartito cuando estaba en la oposición. Al presidente se le veía incómodo y se defendió como pudo porque los datos reflejan un aumento singular del número de parados en Galicia y son demoledores. Fueron treinta minutos de refriega dialéctica que concluyeron con caras de satisfacción de los líderes de la oposición, que ese día acorralaron al jefe del gobierno con la complacencia de sus bancadas, que aplaudieron fervorosamente.
Es verdad que las sesiones de control forman parte de la dinámica parlamentaria pero se equivocan los diputados, tanto del Gobierno como de la oposición, si piensan que estos duelos dialécticos son el remedio para infundir un poco de esperanza a los 245.000 parados que hay en Galicia. Estas interpelaciones parlamentarias seguramente sirven para el lucimiento de los protagonistas, pero no crean un puesto de trabajo, ni evitan el cierre de una empresa, ni llevan ánimos a un parado.

En aquella media hora escasa los líderes de la oposición, muy en su papel, se limitaron a culpar al gobierno del aumento del paro y el presidente se defendió como pudo, buscando excusas poco convincentes. Pero a ninguno de los tres se le ocurrió proponer, al menos, abrir una mesa de trabajo para buscar juntos algún remedio al desempleo, que es el principal problema de Galicia.

Por eso, las sesiones de control con este formato son perfectamente prescindibles. Salvo que quieran mantenerlas como un espectáculo quincenal para ver como sus señorías se zurran la badana en “su Galicia parlamentaria” sin que aporten una sola idea para solucionar los problemas de la otra Galicia, la real, que sigue desangrándose por la pérdida de miles de empresas y empleos.

El catálogo de medicamentos

No sabría decir qué es lo que inquieta más, si la afirmación del Secretario de Estado de Hacienda de que el copago sanitario “es algo que habrá que reconsiderar en el futuro” o el desmentido que hizo el presidente del Gobierno a su declaración alegando que “el ahorro que representa es muy escaso”. Teniendo en cuenta las dotes proféticas del presidente es probable que ocurra lo contrario y acaben implantando esa aportación económica disuasoria al solicitar servicios sanitarios.

Pero el copago solo no resolvería los problemas económicos de la sanidad que, según los analistas, requiere otras medidas de racionalización del gasto para que el modelo sea sostenible y sigamos disfrutando de esta sanidad pública que, gracias a sus profesionales, tecnologías y accesibilidad, es de las mejores del mundo. Por tanto, los expertos y el sentido común dictan que hay que administrar mejor los recursos escasos para ahorrar en unas partidas y redistribuir a otras.

Ese es el objetivo del catálogo priorizado de medicamentos de la Xunta que reporta a la sanidad gallega un ahorro de más de cien millones de euros al año en gasto farmacéutico, manteniendo todos los principios activos en una lista de fármacos que cubre todas las patologías. Y hete aquí que el Gobierno central va a recurrir ese catálogo con la aprobación de sus conmilitones gallegos y gran complacencia de la industria farmacéutica. El mundo al revés.

Es sorprendente que el Gobierno de España, que tuvo actuaciones tan poco rigurosas en la defensa de la cohesión territorial -recuérdese el Estatuto catalán-, se convierta ahora en guardián de las esencias del Estado y recurra la ley gallega porque “invade sus competencias” y para “proteger la igualdad de los gallegos en el acceso a los fármacos”. Ver para creer.

Si la ministra tuviera más luces en la gestión de la sanidad convocaría al Consejo de Política Interterritorial para debatir el catálogo y el plan de ahorro gallegos y aprovechar lo que tiene de válido para aplicar en otras comunidades.

Pero como la propuesta procede de Galicia y del gobierno del partido rival, políticamente debe interesar mucho rechazarla y recurrirla. Parafraseando a Lawrence de Arabia, puede haber coherencia (él decía honradez) entre ladrones, pero pocas veces la hallareis entre políticos. Se mueven por otros intereses.

Monday, February 07, 2011

Novacaixa: el tiempo apremia

"... Y para acabar esta encuesta de sentimiento patrio ¿se siente más jilipuertas que tontolhaba?" preguntaba el encuestador a un ciudadano en una viñeta de Forges publicada el día después de que la vicepresidenta Salgado anunciara ¡en rueda de prensa! las nuevas exigencias de capitalización de las cajas.

Yo no sé si el Gobierno gallego, los políticos y los ciudadanos -de la economía y sociedad- que en febrero pasado firmaron el manifiesto Galicia ten dereito, los directivos, trabajadores y clientes de la Novacaixagalicia y los demás vecinos de esta tierra se sienten más jilipuertas o tontolhabas después de ese anuncio de la vicepresidenta. Pero seguro que todos nos sentimos apabullados y desconcertados por este enésimo bandazo de un gobierno que, con el Boletín Oficial del Estado (BOE) en la mano como los niños con el balón, cambia las reglas de juego una vez empezado el partido y hiere nuestro "sentimiento patrio".

Porque hace un mes las autoridades económicas bendecían a NCG como "viable y solvente" y de repente se le exige alcanzar en tres meses la capitalización que se va a exigir en Europa en ocho años para no caer en la nacionalización y en una posterior venta, probablemente troceada y a precio de saldo.

Sí estoy convencido de que, esta vez, la vicepresidenta no improvisó. Se limitó a ser portavoz de los mercados y a entregar la cabeza del "bautista" financiero de las cajas a la gran banca, que gana así la guerra que mantenía con ellas. Al tiempo, el Gobierno inicia un proceso de recentralización para "domesticar" a las desmadradas autonomías.

Pero no es hora de buscar culpables ni de lamentos, hay que mirar hacia delante. NCG ha de empezar de nuevo y ahora es el turno de la sociedad gallega, de sus poderes económicos y representantes políticos que no pueden dejar desaparecer una entidad financiera cercana y valedora de las familias, las pymes y los profesionales; una caja que contribuye al crecimiento del PIB y retorna a Galicia un dividendo social en cultura, educación, sanidad o asistencia social que cubre muchos flancos del Estado de bienestar.

El camino está marcado y el tiempo apremia para buscar alternativas. Que se transforme en banco o siga siendo caja puede ser una cuestión menor, pura semántica. Lo importante es mantener la gestión y el compromiso con Galicia. Ojalá acabe ganando esta partida.