Friday, January 29, 2010

De la estupidez al pacto

El azar quiso que la semana pasada, cuando Mariano Rajoy anticipaba las propuestas de su partido para la reforma del modelo educativo en previsión de un posible pacto, los medios de comunicación publicaran tres noticias impactantes relacionadas con la enseñanza. Protagonista de la primera era la Universidad de Sevilla y el protocolo de actuación de los profesores cuando pillen a un alumno copiando en un examen, que deberán permitir que continúe realizando la prueba y después un comité integrado por profesores y alumnos decidirá sobre la gravedad de los hechos y las medidas a tomar. El lunes la Universidad Hispalense corrigió tamaño disparate, pero abochorna solo pensar que el Consejo de Gobierno de cualquier Universidad, su máximo órgano de decisión, pierda el tiempo pariendo semejante estupidez que fomenta la trampa, "legaliza" la vagancia, atenta contra el mérito y el esfuerzo y agravia a los alumnos estudiosos.

La segunda noticia informaba de la decisión del Govern Balear que, en carta a los padres, impedía que un alumno disléxico pudiera realizar los exámenes en castellano. Un ejemplo de intolerancia de los gobernantes que no saben aprovechar la riqueza idiomática que ofrece la diversidad del país, que debe ser el único del mundo en el que está prohibido o penalizado expresarse en una lengua oficial. La tercera procedía de un juzgado de Las Palmas que condenaba a una alumna de un Instituto a un año de libertad vigilada y a tratamiento psiquiátrico por pegar a una profesora.

Un caso de violencia escolar, más frecuente de lo que pensamos, que amarga a decenas de profesores que, como la docente canaria, están al límite viviendo su calvario particular. Estas cosas y muchas otras ocurren en el mundo de la enseñanza y por sí solas ya justificarían la necesidad de un Pacto de Estado sobre la Educación para poner un poco de orden con criterio de país moderno. Ese pacto es imprescindible si se analizan los datos del Informe PISA, las cifras del fracaso escolar o la poca adecuación de los planes y programas a las exigencias de un entorno en permanente cambio. Pero presiento que los intereses partidarios impedirán satisfacer tan vieja demanda de la sociedad española y gallega. Una pena.

Monday, January 25, 2010

Sobre el lenguaje sexista

Decía Voltaire que la ignorancia afirma o niega rotundamente; la ciencia duda. Contemplar el panorama social actual causa desasosiego y preocupación. Jamás hemos tenido una juventud tan capacitada y con tantas posibilidades a su alcance, y nunca nos hemos peleado tanto con los modelos educativos, centrando las divergencias en ciertas materias concretas que, por lo demás, tampoco son en las que hemos demostrado especial brillantez en estos años.

Nunca hemos dispuesto de tantas posibilidades para aumentar el conocimiento, la información y la formación de los ciudadanos y, en cambio, es patético el espectáculo de los medios de comunicación consagrando y encumbrando la miseria intelectual.

En toda la historia hemos tenido como ahora el mundo a nuestros pies, y sigue causando lástima el comprobar que somos incapaces de articular la ayuda humanitaria a los más desamparados en plazos razonables.

En fin, seguimos enarbolando banderas de ignorancia, decantándonos por el sí o el no con furia inaplacable cuando lo que cabría es la duda, y desperdiciando recursos donde no cabe más que el sentido común.

Hace unos días me hicieron llegar un nuevo programa informático para combatir el lenguaje sexista, según sus creadores. Intrigado sobre cómo la informática puede combatir los prejuicios intelectuales, hice varias pruebas con él. Las últimas, por supuesto, introduciendo pasajes de obras cumbre de la literatura mundial.

¡Desastre! Como siempre, la ignorancia es muy osada, y el programa, que al final solo hace lo que sus programadores le escriben en lenguaje máquina, me sugiere que sustituya la palabra “chilenos” de la frase “haber sido capaz de convencer a los chilenos de que la derecha” por “personas que viven en Chile”, la evidente “los chilenos y las chilenas”, “la población chilena” o “personas que viven en Chile”. Y así sucesivamente con “políticos”, “clientes”, “extranjeros”… Todo un mar de simplezas apabullantes, que se presentan como el milagro de la erradicación del lenguaje machista.

Es superior a lo que un hombre de cultura media puede soportar. Me retuerzo en la silla cada vez que veo una arroba sustituyendo a una letra, o la estupidez elevada a la enésima potencia desplegada en el ansia de convertir el género en sexo en vez de estudiar gramática.

Cuanto menos piensan los hombres (y las mujeres), más hablan, decía Montesquieu. Hay algunos (y algunas) que solo hablan.

Wednesday, January 20, 2010

Pacto por la lengua

Francisco de Goya pintó en una pared de "La Quinta del Sordo", su casa, el cuadro "Duelo a garrotazos", una pintura de gran belleza y plasticidad en la que dos personajes, hundidos en el lodazal hasta las rodillas, dirimen sus diferencias a palos en una pelea descarnada que les llevará a la muerte. El cuadro es una alegoría de cómo algunos españoles de entonces dirimían con frecuencia sus diferencias y discrepancias: a bastonazo limpio.

Ahora a los duelos a garrotazos les llamamos "crispación" y los contendientes suelen ser los políticos que se apalean dialécticamente sin contemplaciones y a veces sin reglas. En Galicia llevamos semanas presenciando un combate entre el Gobierno y la oposición que se zurran utilizando como garrote las "bases del decreto del plurilingüismo", que también está creando un clima social enrarecido, con asociaciones y colectivos posicionados a un lado y a otro, que culminará mañana con la huelga en la enseñanza.

El problema lingüístico es una vieja herida que se abre cíclicamente y desestabiliza el sistema educativo, perjudica a los niños, desorienta a los padres, entorpece la cohesión social y nos resta fuerzas a todos para ocuparnos en serio de las muchas debilidades y carencias de la enseñanza.

Por eso, Gobierno y oposición -y los convocados para analizar el borrador del decreto- deben reunirse para dialogar hasta llegar a un pacto que consolide un modelo educativo en el que convivan las dos lenguas y se enseñen en la proporción necesaria para que los alumnos adquieran competencia suficiente en cada una de ellas. La política es confrontación, pero en asunto tan sensible como este las posturas enconadas nublan la inteligencia e imposibilitan un diálogo libre de prejuicios para consensuar planes lingüísticos y educativos que trasciendan los planteamientos partidarios de una legislatura. Como harían Fraguas, P­iñeiro o Casares, por citar solo tres gallegos de consenso que lo dieron todo por la lengua, los políticos deben sacar al país de este enredo: del popurri lingüístico de unos y de la intolerancia dogmática de otros. Simplemente llevando a las aulas la normalidad de la calle donde la gente se entiende hablando. Unas veces en gallego y otras en castellano.

Monday, January 18, 2010

Internacionalizar nuestra lengua

La recomendación número 3 del estudio ‘La internacionalización de la economía gallega 2009’, publicado recientemente por la Fundación Caixa Galicia, recoge textualmente: “Resulta imprescindible mejorar el nivel de idiomas en todos los ámbitos de la empresa a fin de que este aspecto, lejos de ser la barrera a la internacionalización que supone en la actualidad, pase a convertirse en una ventaja competitiva de las empresas gallegas en su proceso expansivo”.

Es una reclamación que hacen los principales agentes de la economía gallega. Por supuesto, mejorar el nivel de idiomas significa asegurar las competencias lingüísticas en otras lenguas con las que poder competir en los mercados internacionales, además del gallego y del castellano. La reclamación de los empresarios es la consecuencia de un sistema educativo precario en materia de formación en idiomas. La inmensa mayoría de nosotros hemos estudiado un montón de años un idioma extranjero y somos conscientes de que nuestras habilidades para defendernos en otro país no dejan de ser muy escasas.

Afortunadamente eso está cambiando entre nuestros jóvenes, cada vez más acostumbrados a pasar un tiempo en el extranjero. Sin embargo, la enseñanza efectiva y de calidad de otros idiomas no debe ser un obstáculo para el conocimiento de las lenguas que, en nuestro caso, son oficiales de Galicia. No se trata de eliminar, sino de formar a nuestros jóvenes en el uso de nuestros idiomas naturales como una parte integrante de su identidad cultural y de su capacidad de desarrollo formativo. Y por tanto, decidir cuánto tiempo se debe dedicar a la formación en un tercer idioma es una discusión trivial: el suficiente para asegurar el objetivo que queremos, que es el de contar con profesionales bien formados para operar en otros mercados. Evidentemente, no es suficiente con las tres horas semanales de rigor, sino que hay que aspirar a algo más. La Carta Europea del 92 aboga por fomentar el uso de las lenguas minoritarias y sin perjuicio de las enseñanzas de las lenguas oficiales del Estado, que en Galicia, en nuestro caso, también lo es el gallego por imperativo de nuestro Estatuto y de las competencias atribuidas constitucionalmente a cada una de las comunidades autónomas.

Me parece un falso dilema plantear este tipo de confrontaciones, más ideológicas que lógicas, entre los gallegos. No se trata de renunciar a nada, sino de enriquecernos todos. Un gallego debe terminar su formación dominando castellano y gallego. Hagamos lo posible para que también domine un tercer idioma.

Thursday, January 14, 2010

Tres historias


Holanda, en las afueras de Amsterdam. Era un día de verano y aprovechábamos para comprar quesos de diferentes especias que más tarde nos examinarían detenidamente en el aeropuerto, ya de regreso a casa. Nos recibía un joven, hijo de los propietarios, que ayudaba en el oficio familiar. Nos preguntó en inglés de dónde éramos. Españoles, contesté. Y desde ese mismo momento cambió de idioma y se puso a hablar en castellano con una habilidad extraordinaria. Intrigado, le pregunté qué idiomas hablaba: neerlandés, por supuesto, su idioma natal, pero también inglés, francés, alemán, italiano y español.

Una segunda historia: una anécdota que me contó mi hija, que estudiaba en ese momento en una universidad flamenca, sobre lo que le había ocurrido en una lavandería de Bruselas. Una señora mayor, portuguesa, que había ido a visitar a su hijo, tuvo un problema con la lavadora, no recuerdo cuál, e intentó pedir ayuda, en su portugués natal, al resto de los usuarios. Nadie la entendió y fue mi hija la que se acercó a la señora hablándole en gallego, un idioma mucho más cercano a ella que el inglés o el francés. Así se fueron entendiendo, mientras mi hija actuaba de intérprete con la propietaria, de habla francesa.

A Coruña. Un amigo gallego, que ahora ejerce de alto directivo en una multinacional americana, se había desplazado a trabajar a la ciudad. Él se educó en Estados Unidos y quería un colegio para comenzar la escolarización de su hija en el que (de verdad) se hablara inglés con normalidad en el itinerario docente. Finalmente no tuvo que enfrentarse al problema de decidir cuando la realidad no respondía de hecho a su verdadera demanda, y un traslado a Madrid le solventó tan complicada decisión. Ahora sus hijos disfrutan de una educación (privada) donde el inglés es el idioma de uso normal en las aulas. Para él es imprescindible que sus hijos hablen inglés y castellano, porque el dominio de esos idiomas fue un factor decisivo en su brillante trayectoria profesional, y todo ello sin tener que renunciar al gallego familiar. Mi amigo, de hecho, compagina su profesión con las aulas de Chicago, Londres y Singapur.

Son sólo tres historias, pero les podría contar algunas otras. ¿Realmente vale la pena utilizar el idioma como un elemento de confrontación ideológica y política? ¿No sería mejor concebirlo como lo que puede ser: una ventaja competitiva de nuestros hijos en un mercado global? Ojalá nuestros hijos fueran como el granjero holandés.

Wednesday, January 13, 2010

La Ley de Caixas

No leí muchas opiniones de expertos, pero a mí, que soy lego en la materia, me parece que esta ley desprende intervencionismo en muchos artículos, lo que se percibe con mucha nitidez en el número de representantes políticos en los órganos de gobierno en detrimento de los impositores, que son los dueños del dinero y ni siquiera fueron consultados; en la preceptiva "autorización" de la inversión en la Obra Social; o en la extraña "autorización previa" para determinado volumen de inversión en activos que limita a las cajas en una parcela de negocio clave para su rentabilidad.

La ley da a luz un nuevo modelo de cajas que pasan de la "supervisión" de la legislación anterior -que no ejerció la Xunta-, a una intromisión que corta las alas a estas entidades y abre la puerta a una "banca regional". Montero excusa ir a Cataluña o Andalucía.

Pero que nadie se engañe. Este férreo control político no garantiza una mayor eficiencia ni el futuro de las cajas. Muchos de los clientes, que ayer depositaron la confianza en estas entidades en forma de ahorros o de préstamos, mañana pueden huir despavoridos por tanta intromisión de los políticos que, según una encuesta reciente, son un problema para muchos ciudadanos. Al final, puede ocurrir que la ley mantenga una caja en Galicia pero tendrá más valor testimonial que posibilidades de incidencia en su economía real. El dinero sabe poco de sentimientos. Una última reflexión: da la impresión que uno de los objetivos de la ley es fusionar las cajas. Sus impulsores no deberían perder de vista que la fusión no es un fin en sí misma, una panacea, sino un medio para sumar solvencias y balances y lograr una entidad nueva y más fuerte. Alcanzar ese objetivo requiere mucha generosidad que seguro derrocharán los profesionales para mantener o reubicar sedes, integrar culturas y equipos, modificar estrategias y modelos de gestión para competir en un nuevo entorno.

Esa misma generosidad también es exigible a los dirigentes políticos, pero algunos de ellos están más ocupados en mantener sus equilibrios de poder e influencia que en lograr un proyecto económico-financiero serio y unitario para Galicia. Si la fusión depende de ellos no será exitosa y yo la veo lejana.

Wednesday, January 06, 2010

Reflexiones de un niño

Llegó a mi ordenador un v­ídeo de corta duración en el que un niño de pocos años, después de observar el comportamiento de los adultos, reflexiona y, seguro de sí mismo, renuncia a entender y participar en el mundo de los mayores con esa ingenuidad propia de la ardiente vitalidad de la población infantil. Estos son sus pensamientos:

"Cada vez que me preguntan qué quiero ser de mayor, todo se complica. Según los mayores, hay que hacerse adulto para entenderlo todo. Pero yo miro a la gente de la calle y no veo que sean felices. Solo nosotros, solo los niños, disfrutamos de la vida. Es como si al cumplir los 18 todo el mundo perdiera la cabeza. Todos son caras largas, reuniones y malas noticias. Según la TV hay que ponerse desodorante, comprar el coche más rápido, un par de operaciones de estética y con esto tienes que estar loca para no ser feliz. Pero para eso hace falta dinero y los adultos hacen lo que sea por dinero. Fíjate que es su único objetivo todo el año: conseguir dinero y más dinero. Día tras día trabajando y yo me pregunto: ¿para qué? ¡Para conseguir a final de año 15 días de vacaciones! Total, 15 días para olvidar el resto de los días después de estar trabajando para no perder un segundo, 15 días en agosto, 15 días en la playa, 15 días como borregos, borregos que tendrán que trabajar el resto de su vida a cambio de otros 15 días. Yo no quiero ser nada de mayor. Pensándolo bien, yo no quiero crecer, sinceramente yo no quiero ser mayor. Me quedo con Peter Pan, con mis juguetes, con la fantasía, con la reflexión, con la vida? Así que, ¡no me vuelvan a preguntar qué quiero ser de mayor!". Convendrán conmigo que este soliloquio, enriquecido en el vídeo con unos muñequetes, es toda una lección que deberíamos asimilar los mayores que andamos por la vida ocupados en trivialidades y entretenidos con muchas tonterías de la realidad prosaica mientras "pasamos" de los más pequeños. No descarten que si este y otros niños nos conocieran tal como somos seguramente echarían a correr y es probable que renunciaran a pertenecer a la especie. Incluso en un día como hoy cuando los atiborramos de juguetes que no necesitan ni suplen el cariño y la atención que les negamos el resto del año.

Friday, January 01, 2010

La crisis, la gripe y la fusión

Cuando se escriba la historia de 2009 los cronistas resaltarán que fue el año de la crisis, de la gripe y de la fusión de las cajas, entre otros muchos sucedidos. Al principio -y al final- fue la crisis que lo marcó todo, incluidas las elecciones de marzo, y derramó una lluvia de malas noticias: la economía en recesión, caída espectacular de las cuentas públicas, el paro rondando los cuatro millones, miles de empresas cerradas o con dificultades, caída alarmante del consumo?

¿Cuándo amainará la tormenta?. Depende. Según el Eurobarómetro de otoño, el 89% de los españoles creen que la situación económica es mala y temen que irá a peor, percepción en línea con el FMI, el Banco de España o la Comisión Europea. Por contra, el presidente del Gobierno sostiene una "inminente salida de la crisis", aunque por predicciones anteriores sabemos que el de la profecía no es un don con el que esté adornado Rodríguez Zapatero.

Rumiando la crisis estábamos cuando en el estío irrumpe con fuerza la Gripe A, que encendió todas las alarmas. Pasó el otoño, empezó el invierno y nada ocurrió, salvo los "trancazos" de todos los años. Pero se alarmó a la población y se compraron millones de vacunas para combatir a un enemigo creado por una manipulación global para hacer un negocio planetario. Un personaje de El Roto lo resume todo con una reflexión: "La gripe resultó ser gripe, disculpen el susto que les dimos? y el negocio que montamos". Pues eso.

Y el año termina en con la Ley de las Cajas y el debate de la fusión. De esta se habla en las tertulias, en los medios de comunicación, en la red y en el Parlamento. No sé cual será el final pero, después de "acordos y desacordos", aún faltan los duelos descarnados entre los localismos de arriba y los localismos de abajo que, con fusión o sin ella, pueden acabar "deslocalizando" las cajas, que son vitales para Galicia . ¡Que paisanaje!

¿Qué se puede esperar de 2010? Traerá otras historias, pero cabe la posibilidad que Zapatero acierte en sus pronósticos porque algún día el país saldrá de su larga recesión, la gripe ya no nos asusta y la fusión parece un hecho casi consumado. Por tanto, que no decaiga la fiesta de fin de año, que malo será.