Saturday, March 28, 2009

Larra y Obama

“Ya ha muerto un hombre”. Doscientos años después del nacimiento de Larra, quien remató ‘Un reo de muerte’ con esta frase, el pesimismo sigue invadiendo la conciencia nacional. El ‘vuelva usted mañana’ es aún una sentencia que caracteriza a nuestra Administración.

En esta crisis generalizada de esperanza, que no sólo es económica, la solución pasa por mirar a los ojos del optimismo. Caer en la apatía no es sino una falta de compromiso de quienes rigen nuestro futuro. Y así no se entienden declaraciones como “la perfección no existe” para justificar el accidente de una turista en el paseo marítimo coruñés, o las de Tráfico tras la tragedia de Toques -y antes de darse a conocer los resultados de las primeras investigaciones-, hablando de ‘verdugos’, ajeno al dolor de las familias.

El gran deber de un depositario de la confianza pública es hacer lo imposible por conseguir lo que yo ya sé que es difícil. No deseo que me gobierne quien se justifica en que lo que pasa es normal que pase. Me repugna pagar con mis impuestos a quien no tenga más discurso que recordarme que sólo puedo pedir lo posible. No, señor: No puede decirme que es inútil que me levante cada mañana deseando que ese día sea también el fin de la resignación, la rutina y lo posible.

Necesito -y ese es el gran fracaso de nuestros políticos, incapaces de entender lo que dice la sociedad en las urnas-, que alguien me infunda la misma esperanza que yo mismo he de verter en cada palabra, en cada acto, ante mi familia y amigos…, porque sé que sólo así haremos posible lo imposible.

El ‘we can’ de Obama era eso; el discurso de Krugman y Stiglitz es el discurso fatalista de quienes ven el mundo en blanco y negro. La única diferencia entre los reputados economistas y quienes normalmente gobiernan nuestros destinos, es que a aquellos se les reconoce una competencia profesional que sólo en muy contadas ocasiones reconocemos en los políticos. El deber de quienes ostentan la máxima competencia profesional es el de aconsejar y advertir, y por eso pueden pintarnos las Pinturas Negras de Goya; el deber de un político es el de animarme a que me levante cada mañana porque ‘yo puedo’, porque ‘nosotros podemos’ y debemos hacer que sea posible.

Me niego a pensar que “ya ha muerto un pueblo”.

Wednesday, March 25, 2009

Fuxidos de sona

Muchos ciudadanos que el jueves pasado viajaron por Galicia aprovechando el primer día del puente festivo pudieron comprobar que en algunas comarcas era tal calma atmosférica que ni siquiera se movían las aspas de los generadores eólicos que sobresalen en numerosas cumbres montañosas. Aquella calma parecía el símbolo perfecto de la situación de la administración gallega que también está parada desde mucho antes de que las urnas decidieran el cambio de gobierno.

Dicen los funcionarios que están de brazos caídos porque no tienen quien organice, coordine y controle los procesos administrativos a causa de una desbandada general de los responsables políticos. Parafraseando el título del libro de Carlos Reigosa, son como una especie nueva de "fuxidos de sona" que al grito de "que reme el que viene" y haciendo gala de una injustificable dejación de funciones y responsabilidades, abandonan sus puestos de mando.

Mientras esto ocurre los políticos siguen ofreciendo espectáculo. Unos tienen prisa y reclaman con insistencia el traspaso de poderes sin haber tomado posesión de nada y otros anuncian ya cual va a ser su forma de hacer oposición a un gobierno que todavía no existe. Las declaraciones cruzadas de unos y otros anticipan una legislatura con mucha crispación que traspasará los límites de las exigencias de sus papeles y de la cortesía parlamentaria y política.

Dos reflexiones. Primera que, al margen de que se resuelvan algunos asuntillos ordinarios, es un escándalo que la administración, poco profesionalizada y muy dependiente de los avatares políticos, esté paralizada desde febrero hasta abril, en torno a tres meses. Una eternidad que acarrea severos perjuicios para el funcionamiento del país, que padece una crisis muy virulenta.

Segunda, probablemente les falta un hervor para saber administrar las victorias, aceptar las derrotas y asumir que la alternancia en la gobernación es una de las claves de la democracia. Si el traspaso de poderes se enmarca en este contexto de normalidad seguro que será ordenado y elegante. Después, que cada cual desempeñe el papel de gobierno y oposición que le asignaron las urnas con el rigor que requiere el país al que todos dicen servir.

Sunday, March 22, 2009

Geólogos

Ha llegado la primavera. Enfrascado como estoy en la revisión de la presentación que me guiará cinco horas de clase en el máster de Recursos Humanos de la Universidad de Santiago, permanezco bastante ajeno a los vaivenes de las últimas elecciones gallegas. Me cansa que los políticos miren más para el estómago que para la cabeza, y se empeñan en justificar y explicar sus malos resultados, cuando la sensación del ciudadano es de un gobierno con parálisis total.

Me detengo a ratos en la lectura y anotaciones oportunas a un reciente artículo de Jáuregui sobre la credibilidad del periodismo, y periódicamente me enfrasco en las webs de universidades de todo el mundo buscando un posgrado adecuado a los intereses de un alumno que me ha pedido sugerencias. Quienes diseñan los programas de postgrado en las universidades españolas deben vivir en el mundo onírico de sus limitados programas de estudio, porque me parece increíble que la oferta sea tan escasa, y en Galicia nula, al menos sobre lo que busco.

Así no me extraña leer que "las empresas piden más geólogos e ingenieros preparados para trabajar y menos filólogos preparados para teorizar". Habrá que especificar qué empresas prefieren un geólogo a un filólogo, porque no creo que los geólogos tengan mucho que hacer en una editorial de literatura clásica o en el sector publicitario, por ejemplo. Son las típicas declaraciones que se pueden oír a doquier y que minusvaloran las enseñanzas humanísticas. Muy mal lo estamos haciendo todos cuando fomentamos esta apoplejía intelectual.

He leído que algunas empresas norteamericanas están incorporando titulados en áreas de Humanidades porque demuestran una especial sensibilidad a la innovación y al pensamiento abstracto, aptitudes más difíciles de encontrar en las ciencias exactas. No hay nada peor que dejar la formación a los economistas o a los profesores. Ambos se lamentan por igual de que menos del 1,1% del PIB español se dedique a la universidad, y de que Galicia se sitúe entre las comunidades que menos gastan por alumno, con un 40% menos que Navarra. Pero ninguno de ellos tiene más imaginación que un geólogo.

El sol que entra por la ventana se refleja en la diapositiva cincuenta, que se resiste. A algunos les vendría bien volver a las aulas.

Friday, March 20, 2009

Cordialidad en las aulas

Dice el futuro presidente que en cuanto acceda al cargo trabajará por devolver a las aulas la cordialidad lingüística que reina en la calle hasta recuperar la coexistencia armónica entre las dos lenguas como "una señal de convivencia, de amabilidad y de fraternidad".

El objetivo es tan ambicioso como difícil porque la lengua vernácula, que es patrimonio de todos y debería ser el más grande vínculo de unión, es ahora un arma arrojadiza que divide y separa a políticos, enseñantes, profesionales y sectores sociales que mantienen posturas muy encontradas y utilizan la lengua para zurrar al contrario, sin admitir ni compartir otros puntos de vista valiosos.

¿Cómo superar esta nueva cultura de la intolerancia lingüística que se está instalando en el país? No debe ser tarea fácil desactivar el conflicto lingüístico, salvo que los tres grupos parlamentarios asuman su responsabilidad para consensuar un programa de mínimos, lo que implica que unos dejen de proclamar alegremente el cambio de la ley de normalización y otros acepten flexibilizar sus planteamientos que, a veces, suenan más a imposición que a normalización. E imposiciones, las justas. Si el próximo presidente consigue este consenso y firma la paz casi justifica la legislatura.

Pero allá los políticos con sus teimas porque en medio de tanta intransigencia reconforta saber que quedan dos espacios de sensatez que conviven en paz. De un lado, los filólogos que en la soledad de las bibliotecas y en los ámbitos de la investigación cultivan y enriquecen la lengua. Del otro está la mayoría del pueblo que la habla sin complejos ni conflictos. Gracias a ambos, la lengua está viva -y salvada- como instrumento de comunicación y vehículo transmisor de la cultura en su más amplia y genuina expresión.

Dicho esto, me resisto a pensar que la cuestión lingüística vaya a ser la única medida que tome el nuevo gobierno para potenciar la educación, que necesita retoques importantes en todos sus ciclos y un enfoque más pertinente que el reflejado hasta ahora en los centros de enseñanza. La educación es, sin duda, la empresa más importante que tiene el país para enfrentarse a los desafíos del futuro y deben tomarla en serio.

Saturday, March 14, 2009

Bolonia la Docta

Más de 70 universidades, 3.000 titulaciones y 1.400.000 alumnos que consiguen cada curso académico 186.000 títulos. Son datos estadísticos que hablan de nuestro sistema educativo superior, pero poco de nuestros alumnos y profesores.

Hasta ahora, cuando se terminaba el bachillerato, ingresábamos en la Universidad al mismo tiempo que en la mayoría de edad, y descubríamos el trabajo sólo para el examen y el plagio indiscriminado.

Bolonia es mucho más que todo eso. La ciudad que acoge la Universidad más antigua de Occidente ha sido elegida para representar a la nueva Europa del Conocimiento. Será un proceso difícil, sin duda, como lo es el comunitario, pero que alberga también grandes esperanzas. Aunque las críticas a Bolonia se centran en temas económicos, me preocupan más los docentes, porque dudo que exista realmente una infraestructura humana y material con calidad para acometer una reforma como ésta. Desconfío también de que la metodología de la nueva enseñanza se presuponga a un profesorado entrenado en la clase magistral y el examen final; y dudo, por último, de la capacidad de un alumnado que sale de la enseñanza secundaria con la miopía del apunte. Por el contrario, las críticas económicas más habituales caen por sí solas. Hoy en día la licenciatura no es una garantía de nada: lo normal es que ya la exijan para muchos trabajos, con lo que el aspirante a un contrato laboral deberá aportar como valor añadido la formación de postgrado, que en su mayoría tiene un costo más alto que el que se presume para los futuros postgrados oficiales.

Por lo que afecta a las becas, es imprescindible que aseguremos el acceso a la Universidad de los que tienen menos medios, por supuesto, pero también lo es que incentivemos el trabajo personal para que no se produzcan asimetrías injustas con los que alcanzan la excelencia académica y no pueden entrar en los baremos económicos, no siempre transparentes.

Y por último, el retorno económico. La Encuesta de Población Activa acreditaba en enero la estrecha relación existente entre nivel educativo y desempleo, con tasas de desempleo del 35,45% entre los que no tienen estudios, 20,45% entre los trabajadores con educación primaria, del 7,45% entre los licenciados y del 2,15% entre los doctorados.

Wednesday, March 11, 2009

El pacto necesario

James Carville pasa por ser el estratega que acuñó la frase “la economía, estúpido”, que fue el soporte decisivo para que Clinton ganara las elecciones. Yo no sé si la economía tuvo aquí mucha o poca influencia en el resultado electoral, pero el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas de la semana pasada concluye que la crisis y los problemas económicos derivados de ella son la principal preocupación de los ciudadanos y, por tanto, no hay que descartar que los gallegos votaran mirando a la cartera.

Lo que más preocupa a la inmensa mayoría es el paro que está desbocado, golpea con saña a miles de trabajadores y es la cara más amarga y cruel de la crisis. Según los últimos datos en Galicia hay 206.000 personas paradas que son demasiados brazos caídos, muchas cabezas pensando y miles de proyectos de vida interrumpidos. El problema se agranda para las 35.000 familias que tienen parados a todos sus miembros en edad de trabajar y para los 80.000 parados que ya no perciben prestación o subsidio alguno.

Por eso, concluido el proceso electoral, se acabó la fiesta y es hora de que todos -empresarios, sindicatos, los próximos gobierno y oposición- se ocupen de esta cuestión que tiene entidad para firmar un gran pacto autonómico que debe aunar esfuerzos y buscar remedios para que Galicia no sea un país de parados, sino una tierra de oportunidades de empleo. En la campaña fue un compromiso “global” que todos, en el gobierno o en la oposición, han de cumplir.

Uno de esos remedios para combatir el paro pasa por el apoyo a las empresas, sobre todo las pequeñas y medianas que son el motor de la economía. Muchas llevan meses asfixiadas por falta de liquidez porque las entidades financieras no prestan y las administraciones no solo no pagan sino que tienen una deuda escandalosa con ellas que, por cierto, el próximo presidente prometió solucionar.

Hay otros asuntos que, con ser importantes, en este momento pasan a segundo plano y pueden esperar. Pero plantar cara al paro es ocuparse de los problemas de la gente y ese menester será el test que evalúe tanto al gobierno como a la oposición, que ya saben como se las trae este pueblo que coloca a cada uno en el lugar merecido.

Wednesday, March 04, 2009

Se veía venir el cambio político

En la noche electoral del domingo algunos comentaristas madrileños dogmatizaban en sus tertulias diciendo que "Galicia se entrega al PP porque es conservadora". Es un tópico muy socorrido y simplista que en esta ocasión no explica la debacle de un bigobierno de compartimentos estancos, mensajes confusos y gestión mediocre que no supo ejecutar el cambio que se le había encomendado, vivió alejado de la realidad y dividido, perdido en estupideces y nunca llegó a sintonizar con los sentimientos del país, ni siquiera con los sentimientos de una gran mayoría de sus votantes. A mayores, se apropió de la mayoría de los defectos heredados de la era Fraga que tanto habían criticado los dos partidos. Por esa especie de "despotismo ilustrado" galaico y otras causas las urnas se decantaron por un cambio radical infringiendo al bipartito una derrota sin precedente ni excusas que, por otra parte, veía venir cualquiera que estuviera a pie de calle.

Tras ella deberá llegar una renovación profunda en ambas formaciones, no solo de los líderes sino de una generación de políticos que están ya amortizados por su incapacidad para volver a ofertar un proyecto de gobierno. La otra cara de la moneda es el partido ganador que supo trabajarse la victoria y recibió la confianza abrumadora del pueblo que, fiándose de su proyecto de un gobierno cohesionado "para que Galicia funcione", le entregó un cheque en blanco que espera recuperar con la buena gestión de una larga lista de asuntos como la crisis y el paro, la sanidad, la educación, la cuestión lingüística, la gestión del medio- ambiente, la ordenación del territorio y el transporte, las infraestructuras, la dependencia, la necesaria regeneración democrática de vida pública, la inseguridad ciudadana y muchos otros problemas. En su primera comparecencia, el futuro presidente apareció en un decorado austero, con euforia contenida y lenguaje sobrio buscando y pidiendo la colaboración de todos porque "llegó el momento de trabajar para ganar el futuro de una Galicia mejor, más próspera y con mayor bienestar". No parece un mal comienzo. Gobernar con mayoría absoluta pero desde el diálogo y el consenso es saber administrar la victoria. Ojalá acierte.

Para Núñez Feijóo: "Llegó el momento de trabajar para el futuro de una Galicia mejor"