En la noche electoral del domingo algunos comentaristas madrileños dogmatizaban en sus tertulias diciendo que "Galicia se entrega al PP porque es conservadora". Es un tópico muy socorrido y simplista que en esta ocasión no explica la debacle de un bigobierno de compartimentos estancos, mensajes confusos y gestión mediocre que no supo ejecutar el cambio que se le había encomendado, vivió alejado de la realidad y dividido, perdido en estupideces y nunca llegó a sintonizar con los sentimientos del país, ni siquiera con los sentimientos de una gran mayoría de sus votantes. A mayores, se apropió de la mayoría de los defectos heredados de la era Fraga que tanto habían criticado los dos partidos. Por esa especie de "despotismo ilustrado" galaico y otras causas las urnas se decantaron por un cambio radical infringiendo al bipartito una derrota sin precedente ni excusas que, por otra parte, veía venir cualquiera que estuviera a pie de calle.
Tras ella deberá llegar una renovación profunda en ambas formaciones, no solo de los líderes sino de una generación de políticos que están ya amortizados por su incapacidad para volver a ofertar un proyecto de gobierno. La otra cara de la moneda es el partido ganador que supo trabajarse la victoria y recibió la confianza abrumadora del pueblo que, fiándose de su proyecto de un gobierno cohesionado "para que Galicia funcione", le entregó un cheque en blanco que espera recuperar con la buena gestión de una larga lista de asuntos como la crisis y el paro, la sanidad, la educación, la cuestión lingüística, la gestión del medio- ambiente, la ordenación del territorio y el transporte, las infraestructuras, la dependencia, la necesaria regeneración democrática de vida pública, la inseguridad ciudadana y muchos otros problemas. En su primera comparecencia, el futuro presidente apareció en un decorado austero, con euforia contenida y lenguaje sobrio buscando y pidiendo la colaboración de todos porque "llegó el momento de trabajar para ganar el futuro de una Galicia mejor, más próspera y con mayor bienestar". No parece un mal comienzo. Gobernar con mayoría absoluta pero desde el diálogo y el consenso es saber administrar la victoria. Ojalá acierte.
Para Núñez Feijóo: "Llegó el momento de trabajar para el futuro de una Galicia mejor"
Tras ella deberá llegar una renovación profunda en ambas formaciones, no solo de los líderes sino de una generación de políticos que están ya amortizados por su incapacidad para volver a ofertar un proyecto de gobierno. La otra cara de la moneda es el partido ganador que supo trabajarse la victoria y recibió la confianza abrumadora del pueblo que, fiándose de su proyecto de un gobierno cohesionado "para que Galicia funcione", le entregó un cheque en blanco que espera recuperar con la buena gestión de una larga lista de asuntos como la crisis y el paro, la sanidad, la educación, la cuestión lingüística, la gestión del medio- ambiente, la ordenación del territorio y el transporte, las infraestructuras, la dependencia, la necesaria regeneración democrática de vida pública, la inseguridad ciudadana y muchos otros problemas. En su primera comparecencia, el futuro presidente apareció en un decorado austero, con euforia contenida y lenguaje sobrio buscando y pidiendo la colaboración de todos porque "llegó el momento de trabajar para ganar el futuro de una Galicia mejor, más próspera y con mayor bienestar". No parece un mal comienzo. Gobernar con mayoría absoluta pero desde el diálogo y el consenso es saber administrar la victoria. Ojalá acierte.
Para Núñez Feijóo: "Llegó el momento de trabajar para el futuro de una Galicia mejor"
No comments:
Post a Comment