James Carville pasa por ser el estratega que acuñó la frase “la economía, estúpido”, que fue el soporte decisivo para que Clinton ganara las elecciones. Yo no sé si la economía tuvo aquí mucha o poca influencia en el resultado electoral, pero el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas de la semana pasada concluye que la crisis y los problemas económicos derivados de ella son la principal preocupación de los ciudadanos y, por tanto, no hay que descartar que los gallegos votaran mirando a la cartera.
Lo que más preocupa a la inmensa mayoría es el paro que está desbocado, golpea con saña a miles de trabajadores y es la cara más amarga y cruel de la crisis. Según los últimos datos en Galicia hay 206.000 personas paradas que son demasiados brazos caídos, muchas cabezas pensando y miles de proyectos de vida interrumpidos. El problema se agranda para las 35.000 familias que tienen parados a todos sus miembros en edad de trabajar y para los 80.000 parados que ya no perciben prestación o subsidio alguno.
Por eso, concluido el proceso electoral, se acabó la fiesta y es hora de que todos -empresarios, sindicatos, los próximos gobierno y oposición- se ocupen de esta cuestión que tiene entidad para firmar un gran pacto autonómico que debe aunar esfuerzos y buscar remedios para que Galicia no sea un país de parados, sino una tierra de oportunidades de empleo. En la campaña fue un compromiso “global” que todos, en el gobierno o en la oposición, han de cumplir.
Uno de esos remedios para combatir el paro pasa por el apoyo a las empresas, sobre todo las pequeñas y medianas que son el motor de la economía. Muchas llevan meses asfixiadas por falta de liquidez porque las entidades financieras no prestan y las administraciones no solo no pagan sino que tienen una deuda escandalosa con ellas que, por cierto, el próximo presidente prometió solucionar.
Hay otros asuntos que, con ser importantes, en este momento pasan a segundo plano y pueden esperar. Pero plantar cara al paro es ocuparse de los problemas de la gente y ese menester será el test que evalúe tanto al gobierno como a la oposición, que ya saben como se las trae este pueblo que coloca a cada uno en el lugar merecido.
Lo que más preocupa a la inmensa mayoría es el paro que está desbocado, golpea con saña a miles de trabajadores y es la cara más amarga y cruel de la crisis. Según los últimos datos en Galicia hay 206.000 personas paradas que son demasiados brazos caídos, muchas cabezas pensando y miles de proyectos de vida interrumpidos. El problema se agranda para las 35.000 familias que tienen parados a todos sus miembros en edad de trabajar y para los 80.000 parados que ya no perciben prestación o subsidio alguno.
Por eso, concluido el proceso electoral, se acabó la fiesta y es hora de que todos -empresarios, sindicatos, los próximos gobierno y oposición- se ocupen de esta cuestión que tiene entidad para firmar un gran pacto autonómico que debe aunar esfuerzos y buscar remedios para que Galicia no sea un país de parados, sino una tierra de oportunidades de empleo. En la campaña fue un compromiso “global” que todos, en el gobierno o en la oposición, han de cumplir.
Uno de esos remedios para combatir el paro pasa por el apoyo a las empresas, sobre todo las pequeñas y medianas que son el motor de la economía. Muchas llevan meses asfixiadas por falta de liquidez porque las entidades financieras no prestan y las administraciones no solo no pagan sino que tienen una deuda escandalosa con ellas que, por cierto, el próximo presidente prometió solucionar.
Hay otros asuntos que, con ser importantes, en este momento pasan a segundo plano y pueden esperar. Pero plantar cara al paro es ocuparse de los problemas de la gente y ese menester será el test que evalúe tanto al gobierno como a la oposición, que ya saben como se las trae este pueblo que coloca a cada uno en el lugar merecido.
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