Tuesday, April 19, 2011

De nuevo los coches

En las noches de los viernes de los años setenta el programa concurso “Un, dos, tres… responda otra vez” cautivaba la atención y entretenía a los espectadores de TVE, la única televisión que emitía en el país. En su tercera parte llamada “la subasta” los concursantes tenían un montón de posibilidades para hacerse con regalos, muchos de gran valor, pero todos iban siempre en busca del coche que para ellos era el regalo estrella.

¿Tendrán los políticos alguna predisposición genética que les incline a venerar de forma desmedida al coche oficial, como les ocurría a los concursantes de aquel programa de televisión? Pregunto esto porque hace un mes el portavoz del área institucional del partido socialista en el Parlamento gallego denunciaba la utilización fraudulenta de vehículos del parque móvil de la Xunta por personal de libre designación “para fines privados y uso personal”.

La denuncia no es novedosa. Quien lea los periódicos encontrará decenas de casos de uso desmedido o fraudulento de coches oficiales en todas las administraciones del Estado. Hace meses, aquí en Galicia se acusó a un presidente de Diputación de utilizar el vehículo oficial para recoger a sus nietos en el colegio y fue muy comentado el caso de un director general de la Xunta que cuando viajaba de Santiago a Madrid por asuntos de trabajo siempre regresaba a Vigo donde vivía y ordenaba a su chofer que fuera a recogerlo a Peinador para llevarlo desde el aeropuerto a su residencia en la ciudad olívica. El coche regresaba de noche a Santiago para volver a buscarlo a Vigo al día siguiente.

Lo noticiable es que los coches irrumpen de nuevo en la precampaña electoral, como ocurriera en las elecciones autonómicas cuando el partido popular, que ahora sostiene al Gobierno, destapó con mucha virulencia el caso de los Audis para desgastar al gobierno de entonces.

Los casos que ahora denuncia este diputado seguramente no van a arruinar al erario público. Pero los coches son el síntoma de otros muchos abusos y despilfarros -Visas Oro, teléfonos móviles, viajes, asesores-, sin contar la corrupción, que cometen en las distintas administraciones gobiernos de todos los colores, que actúan de la misma forma cuando tienen responsabilidades ejecutivas.

Son un mal ejemplo administrando el poder que les dimos. Por eso el país pide a gritos una pasada por la regeneración de la vida pública para recuperar la transparencia en la gestión, el pudor y hasta la vergüenza. Es la reforma pendiente que quienes nos gobiernan no quieren acometer.

Por fin una buena noticia

Hoy se confirma la noticia que tanto esperábamos: Gbagbo ha pedido a sus fieles, tras su detención por medio de las fuerzas militares de Ouattara, el fin de la lucha armada.

Parece que el ex presidente de Costa de Marfil ha entrado en razón, tras los diez días en los que se negó a aceptar la elección democrática de su sucesor. La intervención de la ONU, representada por Francia, parece haber sido decisiva en la finalización de este conflicto.

Sigue siendo un misterio el grado de involucración de Francia, ya que, según su embajador en el país, simplemente eliminaron las armas pesadas de los fieles de Gbagbo, para impedir el ataque a civiles; otras voces claman que su presencia fue mucho mayor, habiendo incluso detenido ellos mismos a este renegado ex presidente.

El resultado de su actuación, más de un millar de víctimas en estos días de sucesivos bombardeos, ya que sus únicas palabras eran “no estamos en negociaciones para irme, ¿irme a dónde?”. La comunidad internacional por fin apoya y se involucra en que una elección democrática llegue a buen puerto. Quizá no fue suficiente, ya que un presidente electo ha valido muchas vidas.

Ahora el futuro de Gbagbo está en manos de la ONU. Sólo queda esperar a ver qué pena cumple por todos los delitos y las atrocidades que ha cometido. Esperemos que ni su edad ni su estado de salud sean alicientes para que todos los “pecados” cometidos queden impunes.

Una buena noticia, el principio de un largo camino. Lástima que todo quede en un castigo y no en una prevención que hubiese evitado llegar a esta situación. Que sirva de ejemplo, de base para ir mejorando: si se promueve la democracia, se defiende la democracia, sin dejar que un país sufra tanto por lo que le enseñamos como legítimo.

Saturday, April 16, 2011

¿Todo tiene un precio?

Debo confesar que estoy asombrada, me negaba, hasta hoy, a comentar el tema de las revueltas en el mundo árabe. Lo hacía por considerar que no estoy suficientemente capacitada como para analizarlo mejor que muchos expertos que dan su opinión una y otra vez en los medios de comunicación.

Sin embargo, de repente leí una información que me sobresaltó. Y lo hizo por varias causas: primera, por descubrir que Saif El-Islam, hijo de Gadafi, había presentado su tesis sobre la democracia en la London School of Economics. Cuanto menos, sorprendente. Pero pensé, este hombre, que se define como liberal y defensor de los derechos sociales, tiene derecho a buscar su camino. ¿Acaso no? ¿Debe cargar él con la culpa de cómo su padre maneje su país? Simplemente, injusto.

Y fue en ese momento cuando me puse a escribir estas líneas, hasta qu de repente leí: Se investiga el posible plagio de su tesis y los 1,75 millones de euros que la familia Gadafi donó a esta prestigiosa institución. Consternada.

Personalmente, yo, que he tenido la oportunidad de conocer la institución por dentro, me resisto a creerlo. Estamos hablando de una institución de la que salen grandes profesionales, grandes estudiosos, expertos… personas brillantes que luchan cada día con el rígido, estricto y sacrificado modelo de enseñanza de la LSE. Cuna de grandes pensadores, de gobernantes, de líderes… se caracteriza y presume a la vez de ello. Centro plural, libre, donde ninguna impresión u opinión es rechazada… En esta vida todo tiene un precio, es cierto, pero siempre hay excepciones.

Mi paso por el centro se debió a un programa de estudios sobre “International Relations, Government and Society”, reuniones de estudiantes procedentes de los países más diversos, muchos de ellos árabes, que luchaban y criticaban los regímenes que ellos mismos sufrían.

Simplemente por ello, me sigo resistiendo a no creerlo, porque aunque todo tiene un precio, creo que hay momentos en los que no hay dinero que valga. Porque si esto se confirma, ¿comenzaremos a pensar que hay gente brillante que quizá no lo es tanto? Cuando se llega a un nivel, es muy difícil conservarlo, pero muy sencillo estropearlo. Un Harvard, una LSE... jamás tendrán precio, o eso intento seguir pensando.

Sea como sea, el resultado es que el director de la LSE ha dimitido y la universidad ha perdido parte del prestigio que tenía. Como comentaba, todo tendrá un precio, pero a veces sale demasiado caro.

El país real

El día 2 de abril el presidente del Gobierno comunicaba a sus “compañeros” que no será candidato en las elecciones del año que viene y el país oficial se paralizó. Desde entonces todo son análisis y valoraciones sobre las consecuencias de su decisión para el partido socialista, para el devenir de la oposición, para España y para Galicia y se abrió la espita a todo tipo de especulaciones sobre la sucesión, oficialmente aplazada hasta después de las elecciones municipales.

Ese era el país oficial que se entretenía con los cotilleos en los ámbitos políticos y en las tertulias de los medios de comunicación. Porque la vida sigue para el país real que tiene otras preocupaciones. Según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas publicado el miércoles pasado, el paro, que aumentó en el mes de marzo en 34.406 personas -967 en Galicia-, sigue siendo el principal problema para los españoles. El sondeo del CIS consolida el pesimismo de la sociedad sobre la marcha de la economía que para el 79,5 por ciento atraviesa una situación mala o muy mala. El pesimismo también se extiende a las perspectivas de futuro y son más los que piensan que la economía empeorará que los que creen que irá a mejor a corto plazo.

Es probable que contribuyera a tanto pesimismo el hecho de que el 1 de abril, un día antes del anuncio del presidente, volvieran a subir los precios de la luz, la bombona de butano y el gas natural para millones de usuarios y en elevados porcentajes mientras las empresas energéticas presentan beneficios multimillonarios. También ese día subía el interés de referencia que encarecerá la hipoteca media en unos cincuenta euros al mes. Y casi todos los días suben los combustibles.

Con este panorama de economía estancada, el paro creciendo -el de los jóvenes llega al 43,5%-, los empleos en precario, los precios al alza y los sueldos exiguos, cada día somos más pobres y son muchas las personas y familias que tienen severas dificultades para llegar a fin de mes.

Por eso es indignante que los dirigentes de todos los partidos se entretengan en los mítines de fin con sus cotilleos sucesorios o adelantos electorales y crispando el ambiente para complacer a sus hooligans, sin que ninguno se ocupe de aportar un rayo de esperanza para las gentes del común, duramente castigadas por una crisis que no generaron.

Esa es la explicación de que, una vez más, los políticos sean el tercer problema para el común de los españoles. Aunque quizá no les importe porque ellos viven en otro mundo, ajenos a nuestra realidad.

La denuncia de Rosell

El presidente de la patronal Joan Rosell estuvo el pasado 26 de marzo en la Moncloa, en la reunión que mantuvo el presidente del Gobierno con la elite del empresariado que, según dicen los exegetas monclovitas, tanto estimula y reafirma a José Luis Rodríguez Zapatero en el camino emprendido de las reformas estructurales para dinamizar la economía, hasta el punto de que en algunos círculos mediáticos llaman a esta cumbre de los grandes empresarios "la tercera cámara" del país. Al día siguiente de esa reunión todos los medios de comunicación resaltaron la intervención y peticiones realizadas por el mandatario del Banco de Santander al presidente del Gobierno. La primera, que no abriera su sucesión, petición que no fue escuchada, y falta por ver si le hace caso a la segunda y agota la legislatura.

Sin embargo, pocos medios informaron de la enérgica intervención de Joan Rosell que abogó por profundizar en la reforma laboral y por desjudicializar los conflictos laborales. Pero la reflexión -y denuncia- estrella del presidente de la patronal versó en torno al absentismo laboral y aportó un dato escalofriante: cada día hay en España un millón de personas que no acuden a su puesto de trabajo y, de ellas, en torno a 400.000 no tienen causa justificada para no hacerlo.

No sabría cuantificar el descalabro económico de tanto escaqueo laboral, pero no hacen falta muchas luces para concluir que repercute severamente en la productividad y competitividad de la economía del país.

Además de representar una ofensa para los millones de autónomos que no pueden "caer enfermos", un agravio para los trabajadores que cumplen con sus obligaciones laborales y un insulto para los parados que buscan desesperadamente una ocupación en la que demostrar su profesionalidad. Desconozco también en qué punto está el proceso de negociación colectiva que llevan a cabo los agentes sociales y si este asunto del absentismo laboral está siendo objeto de estudio en sus largas reuniones. Pero el Gobierno, la patronal y los sindicatos deberían preocuparse por esta inmensa bolsa de inasistencia al trabajo y poner algún remedio a la vieja lacra social del escaqueo que en gran medida explica la baja productividad de los españoles.

Calculen ustedes, pero entre absentismo laboral, liberados sindicales, economía sumergida y evasión fiscal el país se asemeja a un cuchillo sin mango y sin filo. Así estamos.

El copago sanitario

Se atribuye a Hillary Clinton la frase “nunca desaproveches una buena crisis” porque puede representar una oportunidad para hacer reformas, imposibles de acometer en tiempos de bonanza.

Al amparo de esta que padecemos se escuchan voces -la última del presidente de Murcia- que hablan de implantar una aportación económica extra por receta y por consulta médica para acabar con la casi gratuidad de las medicinas y con la asistencia sanitaria sin limitación alguna. Es el llamado copago que, más que aportar recursos significativos, contribuiría a disuadir a muchos adictos de acudir a los servicios sanitarios sin una causa que lo justifique.

La idea toma fuerza porque los recursos económicos son escasos mientras los gastos de las prestaciones aumentan a un ritmo medio del 11% anual y hacen tambalear la sostenibilidad del modelo que nos hemos dado. Así lo reconocen políticos de todos los partidos que hablan de la necesidad de tomar medidas para mantener una asistencia de calidad y evitar su quiebra, aunque públicamente rechacen esta medida políticamente incorrecta.

Ahora bien, el copago, además de impopular, es radicalmente injusto, pero acabarán implantándolo. De ser así, revelaría el fracaso del sistema sanitario que administra mal ingentes recursos que los ciudadanos le entregamos de nuestras nóminas e impuestos. Tendrían que buscar antes otras fórmulas de ahorro como mejorar el funcionamiento de los servicios, racionalizar el gasto poco controlado en materiales, en el uso de fármacos y en algún equipamiento superfluo o inútil. Y recortar en otros departamentos del Estado.
Lo cierto es que si no se toman las medidas de corrección necesarias, el sistema se encamina hacia lo insostenible. En la economía, y en la vida misma, toda realidad que se ignora acaba pasando su factura, a veces de forma cruel.

Copago aparte, la administración también debería subsanar ciertos desequilibrios retributivos. No parece muy ecuánime que un cirujano o un especialista de la sanidad pública -lo mismo que un maestro o un catedrático- ganen menos que un concejal de festejos de un ayuntamiento de tercera o un futbolista de segunda división. O que al personal de enfermería se le pague menos que a un utillero. La retribución del personal, más que un gasto, es una inversión en la calidad de la asistencia. Que es lo que hay que preservar.

Wednesday, April 06, 2011

Odisea al amanecer

Desde hace quince días surcan el cielo de Libia aviones que destruyen carros de combate y atacan otros objetivos del enemigo, en las aguas del Mediterráneo están barcos que llegaron allí bordeando la costa de Galicia, hay centenares de víctimas civiles…, pero los aliados siguen diciendo que esto no es una guerra sino el “uso responsable de la fuerza” para cumplir la resolución 1973 de Naciones Unidas.

En lugar de llamar a las cosas por su nombre nos quieren vender que se trata de una acción humanitaria cuyo objetivo es “proteger a la población civil” para evitar una masacre del sátrapa, al que las naciones ahora coaligadas -y muchas otras- armaron hasta los dientes, recibieron con todos los honores e hicieron con él lucrativos negocios.

Es la hipocresía de estos países occidentales, entre los que está el nuestro, para los que las razones humanitarias son el pretexto para defender posiciones geoestratégicos en torno al petróleo y al gas. Ya se sabe que el derecho internacional tiene tanta flexibilidad que depende de los intereses –económicos, por supuesto- de cada momento y de las alianzas internacionales que sean necesarias para defenderlos.

La misma flexibilidad que tienen los aliados que interpretan como les conviene la resolución inicial de Naciones Unidas. Ahora arman a los rebeldes y, aunque es arriesgado pronosticar como va acabar la operación, nadie duda que esta “odisea al amanecer” derrocará a Gadafi -el régimen ya se descompone con deserciones muy cualificadas- porque “acabó su tiempo político y no puede formar parte del futuro de Libia”.

La clave está en el día después. La transición en Libia va a ser mucho más compleja que en Túnez y Egipto por la peculiar configuración del país que no cuenta con una sociedad estructurada homologable a los países occidentales. Y por las circunstancias que vive la “oposición”, lo que ahora llaman “rebeldes”, que carecen de experiencia política y de liderazgo y se parecen más a un grupo voluntarioso que a un colectivo organizado y preparado, no ya para derrotar al dictador, sino sobre todo para organizar algo que se parezca a una democracia estable.

El paseo militar de la coalición internacional probablemente deje un país destruido, arruinado y fragmentado, sin descartar que los rebeldes ahora protegidos acaben matándose en una nueva versión de guerra civil. Entonces los aliados seguramente retomarán la diplomacia y la política. Pero, ¿para hablar con quien? Quizá deberían haber empezado por ahí.

Saturday, April 02, 2011

La educación y la hipocresía

La educación es aquello que nos permite llegar a las ideas, a lo abstracto, lo que nos ofrece una base para posteriormente poner acciones en marcha. A menudo he dicho que se trata del elemento principal para que un país siga el camino del desarrollo; algo que se ha demostrado en las revueltas del mundo árabe, iniciadas gracias a un grupo de estudiantes.

Sin embargo, esto también lo saben bien algunos países africanos en guerra, véase la RD del Congo. La milicia es conocedora del poder que pueden llegar a tener en sus manos los niños, y lo intentan atajar de raíz. Están surgiendo informes que demuestran que el 40% de las mujeres de la RD del Congo son o han sido violadas. Escalofriante, y lo es aún más saber que realmente no son el objetivo. El nuevo focus se encuentra en los niños –sobre todo niñas- por varios motivos: por miedo a contraer el SIDA, por ser más vulnerables, por crear problemas familiares –repudios, pobreza, abandonos- y psicológicos –absentismo escolar, miedo, autorrechazo- que, debido a los escasos medios que tienen a su alcance, no suelen ser superados y permiten, indirectamente, un control masivo de la población. Más efectivo incluso que la mayoría de los medios usados en una guerra clásica.

Población dominada, objetivo conseguido. Sorprendente que la ONU se limite a emitir informes sobre lo “legítimo que la milicia considera atacar un centro educativo”. Sorprendente que se hagan informes de mutilaciones, violaciones, humillaciones de pueblos, asesinatos no justificados –si es que en algún caso un asesinato puede ser justificado…

UNIFEM, ONU, la Corte Penal Internacional… ¿Y por qué no una comisión internacional que estudie estos abusos, tal y como Michelle Bachelet propone? ¿Por qué no el Servicio Financiero para educación propuesto por la UNESCO?

La ayuda que nuestros países destinan a estas regiones nunca fue ni será suficiente, pero, es más, nunca será justa, sino interesada. Que alguien me explique por qué se ha aumentado en cinco veces la ayuda que Afganistán está recibiendo para sus centros escolares, mientras que el Chad, el Congo o Costa de Marfil han visto reducido los recursos que se les entregan hasta unos mínimos muy discutibles… Dejemos de decir “ayuda al desarrollo”, dejemos de ser hipócritas. Sólo se ayuda cuando se hace voluntariamente, sin un interés oculto. Aquí sólo se quiere ayudar a quien nos conviene que sea ayudado. Controlamos el mundo, cerramos los ojos ante atrocidades, y si nos explotan en la cara, criticamos la mala actuación de aquellos encargados de la región. Una vergüenza que se va demostrando una y otra vez, pero que a pocos les interesa; excepto que salga un reportaje morboso y sentimental en la televisión que nos enseñe a esos niños, a esas madres, esas familias rotas y esas trágicas historias de vida que nos hacen sentir afortunados por no estar ahí. Hasta que cerremos los ojos, durmamos y olvidemos todo.

La Responsabilidad de Proteger

La Responsabilidad de Proteger es la norma adoptada en 2005 por la ONU para intervenir en todos aquellos países en los que la sociedad civil esté sufriendo sobremanera por abusos de sus gobiernos o las fuerzas del orden de sus naciones.

Gran norma, nacida del escarmiento posterior al genocidio nazi o los crímenes de lesa humanidad de Ruanda, entre otros. A día de hoy se vuelve a escuchar este término: ha comenzado la intervención en Libia para frenar la masacre que Gadafi y su ejército, apoyado por los partidarios a su régimen, están cometiendo contra los rebeldes y la población civil.

¡Genial! Pero según reza la definición de Responsabilidad de Proteger, se trata del “deber de socorro a poblaciones víctimas de graves violaciones de derechos humanos”. Mas no olvidemos que se trata de una soft law aprobada por la Asamblea General; es decir, no hay obligación de cumplimiento.

De ahí que la gente no deje de preguntarse el porqué ahora sí actuamos, cuando ya hemos dado la espalda al caso de Yemen, Egipto o Siria, por qué llevamos ciegos décadas ante la situación que se vive en la RD del Congo, por qué ni pestañeamos ante las atrocidades que se cometen y se han cometido desde hace años en Somalia...

Es que es una ley blanda... o su posible sinónimo casi perfecto, una excusa para actuar: la excusa necesaria para intervenir en aquellos lugares que nos interesan. Para iniciar y finalizar una guerra que nosotros, y sólo nosotros, creemos que dará la solución a todos sus problemas.

Qué bonitas son las palabras, las normas y reglas en busca de justicia... y a la vez qué falsas. Si la comunidad internacional desea intervenir, si tiene en su mano la solución, encantados todos de verla aplicada... Con justicia, con rigor, con igualdad. Una persona vale lo mismo en un continente o en otro, en el país vecino o en el de más allá... Que sus pies estén manchados del oro negro, no debería jamás ser excusa para moverse o actuar, como que estén más próximos a nosotros, que sea más fácil ejercer el control sobre ellos o que nos interese más que estén gobernados por uno u otro. Por lo menos, no debería tener efecto en los que recae el poder de mover este mundo.

El poder de Internet

El siglo XX trajo consigo una herramienta cuyo poder desconcierta: Internet. Un desconcierto que podemos comprobar en España al observar cómo algunos sectores reacios a cambiar su sistema de ingresos, anclados en modelos empresariales desechados, temen a este gigante e intentan detener sus pasos con todos los medios que tienen a su alcance.

Grave error, del mismo modo que el ebanista, el afilador o el limpia botas han tenido que desarrollar nuevos modelos de negocio para poder seguir viviendo de lo que conoce. ¿Por qué estas personas han recibido menos ayudas que las mal llamadas “industrias culturales”?

Como contraposición, asusta ver cómo las llamadas redes sociales han podido movilizar a una gran masa de jóvenes parados en Egipto para derrotar un régimen odiado por muchos, por luchar por una ansiada democracia y por obtener unos valores y un nivel de vida que observan en otros países democráticos.

Se dijo que Internet era el futuro, no me cabe ninguna duda. Por ello, por medio de estos dos casos podemos ejemplificar una paradoja del mundo de hoy: el futuro y el desarrollo no es una herramienta que se pueda modelar a nuestro gusto. La solución es adaptarse, subirse a ese tren en marcha y poder sacar el mayor partido de lo que su viaje nos ofrece.