Wednesday, January 06, 2010

Reflexiones de un niño

Llegó a mi ordenador un v­ídeo de corta duración en el que un niño de pocos años, después de observar el comportamiento de los adultos, reflexiona y, seguro de sí mismo, renuncia a entender y participar en el mundo de los mayores con esa ingenuidad propia de la ardiente vitalidad de la población infantil. Estos son sus pensamientos:

"Cada vez que me preguntan qué quiero ser de mayor, todo se complica. Según los mayores, hay que hacerse adulto para entenderlo todo. Pero yo miro a la gente de la calle y no veo que sean felices. Solo nosotros, solo los niños, disfrutamos de la vida. Es como si al cumplir los 18 todo el mundo perdiera la cabeza. Todos son caras largas, reuniones y malas noticias. Según la TV hay que ponerse desodorante, comprar el coche más rápido, un par de operaciones de estética y con esto tienes que estar loca para no ser feliz. Pero para eso hace falta dinero y los adultos hacen lo que sea por dinero. Fíjate que es su único objetivo todo el año: conseguir dinero y más dinero. Día tras día trabajando y yo me pregunto: ¿para qué? ¡Para conseguir a final de año 15 días de vacaciones! Total, 15 días para olvidar el resto de los días después de estar trabajando para no perder un segundo, 15 días en agosto, 15 días en la playa, 15 días como borregos, borregos que tendrán que trabajar el resto de su vida a cambio de otros 15 días. Yo no quiero ser nada de mayor. Pensándolo bien, yo no quiero crecer, sinceramente yo no quiero ser mayor. Me quedo con Peter Pan, con mis juguetes, con la fantasía, con la reflexión, con la vida? Así que, ¡no me vuelvan a preguntar qué quiero ser de mayor!". Convendrán conmigo que este soliloquio, enriquecido en el vídeo con unos muñequetes, es toda una lección que deberíamos asimilar los mayores que andamos por la vida ocupados en trivialidades y entretenidos con muchas tonterías de la realidad prosaica mientras "pasamos" de los más pequeños. No descarten que si este y otros niños nos conocieran tal como somos seguramente echarían a correr y es probable que renunciaran a pertenecer a la especie. Incluso en un día como hoy cuando los atiborramos de juguetes que no necesitan ni suplen el cariño y la atención que les negamos el resto del año.

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