Las cajas han venido acompañando el desarrollo de Galicia con un apoyo sin reservas a las economías domésticas, a los profesionales y autónomos y a las empresas. Además, Caixa Galicia y Caixanova desplegaron una importante labor socio-cultural impulsando la cultura gallega, es decir, todo aquello por lo que Galicia se reconoce y se da a conocer como pueblo. Hoy las cajas forman parte del paisaje de esta tierra y, con otros símbolos, conforman las señas de identidad de Galicia, que sin ellas sería impensable.
Ahora, en el año tercero de la crisis, dicen que nuestras cajas deben fusionarse para sobrevivir y mantener el centro de decisión en Galicia que es su mercado natural. Dicho en otras palabras, Galicia tendrá mañana una caja por la vía de la fusión o ninguna, lo que implica que desaparecerían las dos diluidas en ese invento del SIP.
Pero el camino de la fusión está sembrado de obstáculos. Parece que las divergencias políticas se van a superar para que nadie quede en fuera de juego y el triunfo sea compartido por todos los grupos. Mas dura es la resistencia localista que está embarrando el terreno con posicionamientos y alguna manifestación delictiva o, cuando menos, irresponsable, que parecen buscar deslocalizar las cajas y los ahorros de los gallegos. Que bien vendrían aquí aquellas palabras de El Rey ¡Por qué no te callas!
Que Galicia cuente con una caja “gallega y solvente” no es una aspiración de cuatro descerebrados, sino el deseo de la inmensa mayoría que apoyan amplios sectores de la política, de la economía y sociedad gallegas que el viernes pasado firmaron el manifiesto “Galicia ten dereito”.
Estamos ante una decisión estratégica para el país. Porque si las cajas son absorbidas, Galicia no perdería fenosas o fadesas, por poner dos ejemplos recientes, sino que perdería a dos entidades financieras que son la sangre que riega las arterias económicas del país y el elemento dinamizador de su sistema productivo y cultural. Galicia perdería la batalla económica más importante de todos los tiempos.
Para evitarlo, no se pueden cometer más errores. Las decisiones precipitadas de unos y las manifestaciones irresponsables de otros deberían dejar paso a la sensatez y al compromiso de todos.
Ahora, en el año tercero de la crisis, dicen que nuestras cajas deben fusionarse para sobrevivir y mantener el centro de decisión en Galicia que es su mercado natural. Dicho en otras palabras, Galicia tendrá mañana una caja por la vía de la fusión o ninguna, lo que implica que desaparecerían las dos diluidas en ese invento del SIP.
Pero el camino de la fusión está sembrado de obstáculos. Parece que las divergencias políticas se van a superar para que nadie quede en fuera de juego y el triunfo sea compartido por todos los grupos. Mas dura es la resistencia localista que está embarrando el terreno con posicionamientos y alguna manifestación delictiva o, cuando menos, irresponsable, que parecen buscar deslocalizar las cajas y los ahorros de los gallegos. Que bien vendrían aquí aquellas palabras de El Rey ¡Por qué no te callas!
Que Galicia cuente con una caja “gallega y solvente” no es una aspiración de cuatro descerebrados, sino el deseo de la inmensa mayoría que apoyan amplios sectores de la política, de la economía y sociedad gallegas que el viernes pasado firmaron el manifiesto “Galicia ten dereito”.
Estamos ante una decisión estratégica para el país. Porque si las cajas son absorbidas, Galicia no perdería fenosas o fadesas, por poner dos ejemplos recientes, sino que perdería a dos entidades financieras que son la sangre que riega las arterias económicas del país y el elemento dinamizador de su sistema productivo y cultural. Galicia perdería la batalla económica más importante de todos los tiempos.
Para evitarlo, no se pueden cometer más errores. Las decisiones precipitadas de unos y las manifestaciones irresponsables de otros deberían dejar paso a la sensatez y al compromiso de todos.
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