Wednesday, March 02, 2011

Cuba será libre

Hace hoy un año que moría Orlando Zapata en una cárcel de Cuba tras ochenta y cinco días de huelga de hambre. Llevaba siete años en prisión acusado de desacato y desobediencia, de desórdenes públicos y de conspirar contra la patria “instigado por Estados Unidos”. Pero su delito era ser pobre, albañil, negro y defender los derechos humanos que desprecia el castrismo del pensamiento único. “Mi hijo perdió la vida asesinado premeditadamente y yo, con mi dolor profundo, pido al mundo que exija la libertad de los demás presos”, decía su madre Reyna Tamayo, rota por el dolor, que ni siquiera pudo llevar a su hijo al cementerio para enterrarlo dignamente.

Nadie en España -ni en Galicia- desconoce las crueldades del régimen cubano. La belleza y los encantos de aquella isla, tan vinculada a nuestra tierra, contrastan con el terror y la represión instalados en el país que, desde hace más de medio siglo, es una inmensa cárcel que tiene como rehenes a los presos de conciencia y a los once millones de habitantes que están sometidos a una represión inmisericorde, viven en una miseria generalizada y tienen pocos horizontes de futuro.

Por eso es difícil de entender el silencio escandaloso o las reacciones timoratas de muchos demócratas y la comprensión oficial con el régimen castrista que ya no puede extender credencial alguna de progresismo, ni siquiera con la excarcelación de presos políticos que no tienen más elección que aceptar ser deportados a Madrid. ¿Por qué cuesta tanto denunciar la dictadura cubana y su violación sistemática de los derechos humanos? ¿No son deleznables todas las dictaduras, sean de derechas o de izquierdas? ¿Tiene bula especial aquel régimen por predicar “el sueño igualitario” del socialismo?. A Fidel y a Raúl no hay que pedirles clemencia para los presos, sino justicia para que los cubanos puedan pensar, discrepar, trabajar y vivir en libertad.

Pero Orlando no murió en balde porque “la lucha continúa y Cuba será libre”, decía Héctor Maseda, uno de los excarcelados del Grupo de los 75 que desfiló por la Habana con las Damas de Blanco. Algo se mueve en la Isla -como en el mundo árabe- y cuando un pueblo quiere vivir en libertad acaba venciendo a la dictadura más férrea. Esta es la esperanza de los cubanos, entre los que hay miles de descendientes de gallegos que hace años emigraron a aquel país.

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