El ministro de Justicia se preocupa por la sentencia del Constitucional respecto al Estatuto de Catalunya y Artur Mas pide a los políticos catalanes que preparen una posición común si tal sentencia fuera contraria a sus intereses. Carod-Rovira, por supuesto, quiere levantar las barricadas antes de conocerse. Caamaño añade que tras estos años de aplicación de la reforma, no ha pasado nada (¿qué esperaba que pasase?)… Política y Justicia, como siempre, como el perro y el gato: los políticos quieren quitarle a la Justicia el vendaje que la ha condenado a la ceguera perpetua para colocarle en su sitio las gafas graduadas de su propia miopía. Lo triste es que esto no sucede solo en Justicia, después del lamentable espectáculo del Tribunal Constitucional, sino también en economía, con unas continuas injerencias en el mundo económico que van más allá de su papel de regulador de los intereses públicos y de la transparencia del mercado. Hoy cualquier representante público de tres al cuarto se erige en portavoz de la verdad para invocar los intereses del pueblo soberano y la nación eterna como sinónimos de los que defienden sus proclamas espurias e interesadas.
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