La crisis lleva la culpa de todo, parece la causante de todos nuestros males económicos y no es del todo cierto. Es verdad que esta "madre de todas las crisis" es la responsable de que el país lleve varios meses en recesión, de las escalofriantes cifras de paro y de muchos otros desequilibrios económico-financieros, empresariales, familiares y personales. Pero antes de las hipotecas subprime, antes de que estallara la burbuja inmobiliaria y antes de que aparecieran los graves problemas financieros que condujeron a esta "desconfianza total" ya había mucha gente que lo estaba pasando muy mal.
Un informe de la OCDE presentado el año pasado concluía que la brecha entre ricos y pobres se amplió en la mayoría de los países industrializados desde los años ochenta y las diferencias de ingresos crecieron de manera notable desde el año 2000. Y el VI Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social revela que España tienen ahora los mismos pobres y desigualdades económicas que hace veinte años a pesar del crecimiento económico sostenido que se ha registrado en el país en la última década.
En lo que concierne a Galicia, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) referidos al año 2007, cuando la crisis oficialmente no existía, nuestros salarios y pensiones eran los más bajos de España y la renta estaba catorce puntos por debajo de la media española y veinte por debajo de la europea; el 16 por ciento de los hogares gallegos tenían graves dificultades económicas para llegar a fin de mes; en torno a quinientos mil personas no superaban el umbral de la pobreza y la temporalidad y baja calidad del empleo o la permanente fuga de cabezas y brazos jóvenes eran algunas de las debilidades permanentes de la economía gallega.
Por tanto, para esta gente más desfavorecida los problemas económicos vienen de lejos y no derivan solo de esta sacudida económica que, sin duda, empeora la situación de los excluidos y aumenta la nómina de los pobres, pero no es la única culpable de sus males. Gran parte de ellos desaparecerán cuando se corrijan los desequilibrios estructurales de nuestra economía que siguen ahí gobierno tras gobierno e impiden la necesaria mejoría para que el país abandone el pelotón económico de los torpes.
Un informe de la OCDE presentado el año pasado concluía que la brecha entre ricos y pobres se amplió en la mayoría de los países industrializados desde los años ochenta y las diferencias de ingresos crecieron de manera notable desde el año 2000. Y el VI Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social revela que España tienen ahora los mismos pobres y desigualdades económicas que hace veinte años a pesar del crecimiento económico sostenido que se ha registrado en el país en la última década.
En lo que concierne a Galicia, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) referidos al año 2007, cuando la crisis oficialmente no existía, nuestros salarios y pensiones eran los más bajos de España y la renta estaba catorce puntos por debajo de la media española y veinte por debajo de la europea; el 16 por ciento de los hogares gallegos tenían graves dificultades económicas para llegar a fin de mes; en torno a quinientos mil personas no superaban el umbral de la pobreza y la temporalidad y baja calidad del empleo o la permanente fuga de cabezas y brazos jóvenes eran algunas de las debilidades permanentes de la economía gallega.
Por tanto, para esta gente más desfavorecida los problemas económicos vienen de lejos y no derivan solo de esta sacudida económica que, sin duda, empeora la situación de los excluidos y aumenta la nómina de los pobres, pero no es la única culpable de sus males. Gran parte de ellos desaparecerán cuando se corrijan los desequilibrios estructurales de nuestra economía que siguen ahí gobierno tras gobierno e impiden la necesaria mejoría para que el país abandone el pelotón económico de los torpes.
No comments:
Post a Comment