Recibo un aviso del Ayuntamiento de Vigo para que identifique al conductor de mi vehículo por haberlo dejado aparcado en doble fila, sin conductor, en la calle Brasil un día de julio. ¡Horror! Jamás en mi vida he realizado tal. Abomino de quienes hacen gala de semejante desprecio a la conducta ajena bloqueándoles los coches cuando quieren salir. En más de una ocasión me he enfrentado a estos desalmados por motivos semejantes. ¡Jamás! Aturdido, hago memoria, y recuerdo que el día de autos dejé el coche en la calle Brasil, efectivamente, justo en la zona azul, tras pagar reglamentariamente, pegado al semáforo que desemboca en la Gran Vía. A la hora que dice la notificación solo cabe pensar que fue cuando dejaba mi aparcamiento, después de haber pagado varias horas de estancia, y esperaba a que se pusiera en verde el semáforo para irme de la ciudad. Llamo al Ayuntamiento: me hablan de defecto de forma, pero tengo que continuar el procedimiento. ¡No, señor! No se puede amparar que la policía mantenga su culo pegado al asiento sin notificar una supuesta infracción en el mismo momento en que se comete a costa de que el ciudadano tenga que estar demostrando los errores del sistema.
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