Monday, July 19, 2010

Un triste final para una inmensa alegría

España da saltos, tantos que no tenemos ni tiempo para analizar cómo ha terminado el Mundial: al menos setenta muertos en un atentado perpetrado por Al Shabaab, grupo terrorista ligado a Al Qaeda.

El lugar elegido, Uganda, contradiciendo todas las expectativas de que algo sucedería en el continente africano. Atentado cometido para hacer daño, para detener la alegría de todos aquellos que compartían, en dos lugares públicos del país, la victoria española.

No intentaban dañar a los ugandeses, no. Los atentados suicidas se cometieron en dos centros en los que se reunían extranjeros residentes en el país; alguno de los fallecidos, estadounidense.

¿Acaso no se piensa hasta dónde nos ha llevado esta mal llamada “guerra contra el terror”? Me encuentro en la London School of Economics, realizando un curso de política exterior. Asisto a clases multiculturales, con gran presencia de estadounidenses: estudiantes universitarios que no entienden la diferencia existente entre un terrorista de la guerrilla colombiana y un terrorista yihadista. Siguen considerándose las víctimas, pero toda acción tiene una repercusión. Su política exterior, militarista e intervencionista, recibe respuestas.

La religión se dijo que era el opio del pueblo. No lo dudo, pero basta ya de excusas para intervenir en otros territorios. Basta, y por ambos lados. Hay un califato que no volverá, y unos recursos que ya tienen dueño. Mientras la política se mueve por unos terrenos, las vidas se van perdiendo por otros.

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