Thursday, July 08, 2010

Tres mil cuentas

En los últimos días de junio, cuando muchos contribuyentes daban el último repaso a sus declaraciones de la renta para cumplir con el fisco y con el país, Hacienda investigaba 3.000 cuentas bancarias abiertas en Suiza por ciudadanos españoles, dieciséis de ellos gallegos, para repatriar entre seis y ocho mil millones de euros.

Al tiempo, la Organización de Inspectores de Hacienda del Estado denunciaba “condescendencia fiscal” con este grupo de defraudadores porque se les ofrecía la oportunidad de regularizar “voluntariamente” su situación antes del 30 de junio, ahorrándose con ello las sanciones y el posible delito fiscal, un trato que, según los Inspectores, no reciben los pequeños contribuyentes que no tienen una segunda oportunidad para regularizar sus obligaciones.

Defraudar a Hacienda es una tentación que cada año asalta a muchos ciudadanos, pero la inmensa mayoría rechaza cometer ese pecado porque saben que, de ser descubiertos, el fisco es implacable y les aplica todo el rigor de la ley. Comportamiento distinto es el de muchas fortunas grandes y medianas. Algunas se van a paraísos fiscales lejos de todo control y todas cuentan con cualificados asesores que, al amparo de la laxitud de la ley, encuentran mecanismos para obtener cuantiosas desgravaciones o para pagar como si sus ingresos correspondieran a empleados mileuristas.

No se en qué quedará este asunto de las tres mil cuentas. Parece que casi todas esas fortunas españolas deslocalizadas en Suiza siguieron las recomendaciones de sus asesores y desoyeron el “amable requerimiento” de Hacienda para saldar sus deudas porque ellos conocen la debilidad de los mecanismos de represión del fraude y de los procedimientos judiciales para perseguir el delito fiscal.

Pero para los contribuyentes de siempre es escandaloso que los defraudadores tengan un trato de favor que “se acerca a una amnistía fiscal”, según denuncian los Inspectores. Como es un insulto que el Gobierno no ponga al menos el mismo empeño en perseguir la evasión de capitales y en descubrir las enormes bolsas de fraude fiscal que el que pone en revisar minuciosamente las nóminas y declaraciones de los modestos empleados o de los trabajadores autónomos. “Hacienda somos todos” pero, por lo visto, unos más que otros.

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