Varias empresas extranjeras “deslocalizadas” en China están padeciendo una ola de huelgas que son el medio que utilizan los trabajadores, cada día más concienciados de sus derechos, para reclamar mejoras salariales, mejores condiciones laborales y sindicatos independientes.
Esos paros reivindicativos en aquel país oriental predisponen a desear larga vida a los sindicatos occidentales, gracias a los cuales los trabajadores hemos conquistado tantos derechos. Se que no es este un buen momento para elogiar la acción sindical, tan criticada por muchos que piensan que las centrales sindicales mayoritarias están demasiado identificadas con el gobierno y no defienden los intereses de todos los trabajadores, al menos no los defiende a todos pos igual.
Pero aún con estos defectos, el universo laboral necesita de los sindicatos que tienen mucho que reivindicar y defender ante tanto decretazo que recorta salarios y derechos sociales; ante una reforma laboral que, según todos los exegetas, está más orientada a favorecer el despido, que incluso subvenciona, que a impulsar medidas de fomento del empleo; o ante la próxima reforma de las pensiones, los ajustes en sanidad y quien sabe cuantos más ajustes nos esperan en el próximo otoño, que promete ser muy caliente.
Es curioso que mientras los chinos luchan por conquistar derechos, aquí tenemos que aceptar una reforma regresiva que consolida la precariedad laboral y ampara el despido, además de otros recortes en derechos sociales. Una vez más los verdaderos culpables de la crisis, agazapados detrás de los llamados mercados, imponen sus condiciones para que los trabajadores que no la causaron paguen todas las medidas de ajuste. El capitalismo sin otro modelo alternativo es así de frío y cruel.
Por eso, larga vida a los sindicatos que tienen tarea a destajo para defender los derechos de los trabajadores, defensa que han de saber armonizar con el respeto a los derechos del resto de los ciudadanos. Pero que espabilen para desprenderse de esa imagen de burócratas subvencionados antes de que la crisis se los lleve por delante porque, con frecuencia, su forma de representación no es percibida como un modelo sindical libre e independiente para responder a la problemática laboral del siglo XXI.
Esos paros reivindicativos en aquel país oriental predisponen a desear larga vida a los sindicatos occidentales, gracias a los cuales los trabajadores hemos conquistado tantos derechos. Se que no es este un buen momento para elogiar la acción sindical, tan criticada por muchos que piensan que las centrales sindicales mayoritarias están demasiado identificadas con el gobierno y no defienden los intereses de todos los trabajadores, al menos no los defiende a todos pos igual.
Pero aún con estos defectos, el universo laboral necesita de los sindicatos que tienen mucho que reivindicar y defender ante tanto decretazo que recorta salarios y derechos sociales; ante una reforma laboral que, según todos los exegetas, está más orientada a favorecer el despido, que incluso subvenciona, que a impulsar medidas de fomento del empleo; o ante la próxima reforma de las pensiones, los ajustes en sanidad y quien sabe cuantos más ajustes nos esperan en el próximo otoño, que promete ser muy caliente.
Es curioso que mientras los chinos luchan por conquistar derechos, aquí tenemos que aceptar una reforma regresiva que consolida la precariedad laboral y ampara el despido, además de otros recortes en derechos sociales. Una vez más los verdaderos culpables de la crisis, agazapados detrás de los llamados mercados, imponen sus condiciones para que los trabajadores que no la causaron paguen todas las medidas de ajuste. El capitalismo sin otro modelo alternativo es así de frío y cruel.
Por eso, larga vida a los sindicatos que tienen tarea a destajo para defender los derechos de los trabajadores, defensa que han de saber armonizar con el respeto a los derechos del resto de los ciudadanos. Pero que espabilen para desprenderse de esa imagen de burócratas subvencionados antes de que la crisis se los lleve por delante porque, con frecuencia, su forma de representación no es percibida como un modelo sindical libre e independiente para responder a la problemática laboral del siglo XXI.
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