Una “extraña enfermedad” causó una espiral de bajas laborales en el colectivo de controladores, justo el mismo día del inicio de las negociaciones de su convenio laboral, que sus portavoces justificaban por el acoso psicológico a que estaban siendo sometidos por AENA y por el agotamiento y el estrés que les produce un trabajo tan intenso. Ese escandaloso absentismo, que en el argot de las relaciones laborales llaman “huelga encubierta”, afectó a más de cuatro mil vuelos, entre retrasos y cancelaciones, y a cientos de miles de viajeros, muchos de los cuales venían a la “semana grande” de Galicia.
AENA tiene en nómina dos mil doscientos controladores cuyo sueldo medio es de 340.000 euros al año, unos 28.300 euros por mes. Líbreme Dios de cuestionar la legitimidad de esa retribución -ni el sueldo de 22.000 euros al mes de la ex ministra Magdalena Álvarez como vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones-, seguro que merecida que, en todo caso, fue aprobada por la propia administración en la negociación laboral.
Pero, admitiendo los méritos de controladores y ex ministra , no es fácil explicar sus niveles salariales a la grey de desempleados que cobra -o ya no cobra- el subsidio del paro; a los jóvenes bien preparados que tienen un trabajo en precario; a los jubilados que perciben una pensión que no cubre las necesidades básicas y, además, está congelada; a muchos funcionarios que vieron rebajadas sus percepciones; o a ese sesenta por cien de gallegos que llegan ahogados a fin de mes. La inmensa mayoría de los citados no cobran en todo el año lo que la ex ministra o los controladores cobran en un mes.
Salarios aparte, que no son comparables, los controladores, que descansan una hora cada cuatro trabajadas, deberían ser sometidos a la prueba de explicar a los albañiles que están colgados doce horas en los andamios o a los labradores cuya jornada laboral no conoce descansos ni vacaciones en todo el año, qué es eso del estrés, la ansiedad y angustia que dicen padecer en sus confortables puestos de trabajo.
En fin, que pocas veces un ministro tuvo tanto apoyo popular como tiene José Blanco para regular el trabajo de estos profesionales, los mejor pagados de Europa, a los que debe otorgar todos sus legítimos derechos, pero ningún privilegio.
AENA tiene en nómina dos mil doscientos controladores cuyo sueldo medio es de 340.000 euros al año, unos 28.300 euros por mes. Líbreme Dios de cuestionar la legitimidad de esa retribución -ni el sueldo de 22.000 euros al mes de la ex ministra Magdalena Álvarez como vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones-, seguro que merecida que, en todo caso, fue aprobada por la propia administración en la negociación laboral.
Pero, admitiendo los méritos de controladores y ex ministra , no es fácil explicar sus niveles salariales a la grey de desempleados que cobra -o ya no cobra- el subsidio del paro; a los jóvenes bien preparados que tienen un trabajo en precario; a los jubilados que perciben una pensión que no cubre las necesidades básicas y, además, está congelada; a muchos funcionarios que vieron rebajadas sus percepciones; o a ese sesenta por cien de gallegos que llegan ahogados a fin de mes. La inmensa mayoría de los citados no cobran en todo el año lo que la ex ministra o los controladores cobran en un mes.
Salarios aparte, que no son comparables, los controladores, que descansan una hora cada cuatro trabajadas, deberían ser sometidos a la prueba de explicar a los albañiles que están colgados doce horas en los andamios o a los labradores cuya jornada laboral no conoce descansos ni vacaciones en todo el año, qué es eso del estrés, la ansiedad y angustia que dicen padecer en sus confortables puestos de trabajo.
En fin, que pocas veces un ministro tuvo tanto apoyo popular como tiene José Blanco para regular el trabajo de estos profesionales, los mejor pagados de Europa, a los que debe otorgar todos sus legítimos derechos, pero ningún privilegio.