El primer día hábil después de Semana Santa, la Agencia Tributaria vuelve a cumplir con el rito de recordarnos que ya se puede solicitar el borrador para la declaración de la renta correspondiente al año pasado. Es un aviso para los contribuyentes "más fieles", los asalariados que, con borrador o sin él, cumplirán escrupulosamente con sus obligaciones fiscales.
Pero la nota de la Agencia es, a la vez, un tanto insultante para esos miles de ciudadanos cumplidores porque son los verdaderos "paganos" mientras aumenta la llamada economía sumergida, que origina una bolsa inmensa de fraude fiscal, que es el gran problema de la hacienda pública. En enero el ministro Corbacho estimaba -a la baja- que esa economía se sitúa en España entre el 16% y el 20% del PIB, porcentaje que los técnicos del Ministerio de Hacienda elevan al 23,3% en el último Informe de Economía Sumergida, hasta alcanzar los 244.918 millones de euros en 2009. Según este Informe, Galicia supera la media estatal y su economía oculta llega ya al 26,3%.
Cualquier mortal, sin pertenecer al cuerpo de los Inspectores de Hacienda, conoce casos de actividad económica que escapan a todo control del Estado y sabe de individuos que declaran unos ingresos mileuristas mientras viven en la abundancia disfrutando de numerosos "signos externos" de riqueza que obtuvieron burlando la legalidad.
Un país serio, y España lo parece, no debería permitir tanto fraude fiscal. Quizá por eso el presidente anunció en febrero un plan ambicioso de lucha contra la evasión de tributos, aunque las medidas que presentó después la ministra de Economía para evitarla son tan generalistas que los mismos inspectores de Hacienda estiman que solo conseguirán aflorar un 0,4% de esa economía oculta. Es decir, no llegan al meollo de un problema cuya solución requiere mucha firmeza y más medios técnicos y humanos. Se dice que las altas cifras de economía sumergida son las que explican que España conviva con un paro del 19% sin convulsión social alguna. Pero ni este aspecto positivo, el único, justifica esta lacra que hay que erradicar porque, además de generar muchos agravios comparativos, puede llevar al país al naufragio económico. Que se lo pregunten a Grecia.
Pero la nota de la Agencia es, a la vez, un tanto insultante para esos miles de ciudadanos cumplidores porque son los verdaderos "paganos" mientras aumenta la llamada economía sumergida, que origina una bolsa inmensa de fraude fiscal, que es el gran problema de la hacienda pública. En enero el ministro Corbacho estimaba -a la baja- que esa economía se sitúa en España entre el 16% y el 20% del PIB, porcentaje que los técnicos del Ministerio de Hacienda elevan al 23,3% en el último Informe de Economía Sumergida, hasta alcanzar los 244.918 millones de euros en 2009. Según este Informe, Galicia supera la media estatal y su economía oculta llega ya al 26,3%.
Cualquier mortal, sin pertenecer al cuerpo de los Inspectores de Hacienda, conoce casos de actividad económica que escapan a todo control del Estado y sabe de individuos que declaran unos ingresos mileuristas mientras viven en la abundancia disfrutando de numerosos "signos externos" de riqueza que obtuvieron burlando la legalidad.
Un país serio, y España lo parece, no debería permitir tanto fraude fiscal. Quizá por eso el presidente anunció en febrero un plan ambicioso de lucha contra la evasión de tributos, aunque las medidas que presentó después la ministra de Economía para evitarla son tan generalistas que los mismos inspectores de Hacienda estiman que solo conseguirán aflorar un 0,4% de esa economía oculta. Es decir, no llegan al meollo de un problema cuya solución requiere mucha firmeza y más medios técnicos y humanos. Se dice que las altas cifras de economía sumergida son las que explican que España conviva con un paro del 19% sin convulsión social alguna. Pero ni este aspecto positivo, el único, justifica esta lacra que hay que erradicar porque, además de generar muchos agravios comparativos, puede llevar al país al naufragio económico. Que se lo pregunten a Grecia.
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