Parafraseando a Don Quijote en su discurso a los Cabreros, dichosa edad y felices tiempos aquellos en los que una empresa compraba “amistosamente” otra del mismo sector cuando buscaba más dimensión y fortaleza. Así se realizaban hasta hace unos años las transacciones en los mercados organizados y razonablemente transparentes. Ahora son los fondos de capital riesgo, que manejan ingentes cantidades de dinero, los que compran y venden empresas que consideran atractivas seduciendo a los accionistas que entregan sus participaciones rendidos a una oferta irresistible.
Uno de esos fondos, el británico CVC Capital Partners, compró la semana pasada el 35% de R a un grupo de accionistas gallegos que hicieron caja y se van con la satisfacción de haber apostado por una empresa galaica desde sus comienzos. A su vez, los compradores adquieren también una opción de compra sobre otro paquete accionarial, ahora en posesión de Caixanova, que les dará el control de la compañía para “traficar” con ella en el mercado, que es lo que suelen hacer estos fondos que no tienen entrañas ni vinculación con territorio alguno. Nada que objetar, por tanto, a esta compra -efecto colateral de la fusión de las cajas- que responde a la lógica de la libre circulación de capitales en un mercado globalizado.
Pero causa una nueva decepción que la gran derrotada en esta operación sea Galicia al perder una empresa de referencia, tecnológicamente puntera y muy competitiva, que se suma a los fiascos de FENOSA, Fadesa, Ence o San Luis, por citar tan solo algunas de las últimas pérdidas empresariales. Parafraseando también al ministro José Blanco, en este caso se puede hablar de “capitalismo de hojalata” para describir metafóricamente la debilidad del capital gallego que, una vez más, es incapaz de retener a una de sus empresas de referencia con un gran valor estratégico para la economía y sociedad del país.
La pregunta es ¿está condenada Galicia a tener que convivir con el destino fatal de la emigración que, cuando éramos pobres, se llevó a los hombres y mujeres y ahora, cuando somos ricos, se lleva a las empresas? En fin, citando de nuevo a Don Quijote en el relato de su visión en la cueva de Montesinos, “paciencia y barajar”.
Uno de esos fondos, el británico CVC Capital Partners, compró la semana pasada el 35% de R a un grupo de accionistas gallegos que hicieron caja y se van con la satisfacción de haber apostado por una empresa galaica desde sus comienzos. A su vez, los compradores adquieren también una opción de compra sobre otro paquete accionarial, ahora en posesión de Caixanova, que les dará el control de la compañía para “traficar” con ella en el mercado, que es lo que suelen hacer estos fondos que no tienen entrañas ni vinculación con territorio alguno. Nada que objetar, por tanto, a esta compra -efecto colateral de la fusión de las cajas- que responde a la lógica de la libre circulación de capitales en un mercado globalizado.
Pero causa una nueva decepción que la gran derrotada en esta operación sea Galicia al perder una empresa de referencia, tecnológicamente puntera y muy competitiva, que se suma a los fiascos de FENOSA, Fadesa, Ence o San Luis, por citar tan solo algunas de las últimas pérdidas empresariales. Parafraseando también al ministro José Blanco, en este caso se puede hablar de “capitalismo de hojalata” para describir metafóricamente la debilidad del capital gallego que, una vez más, es incapaz de retener a una de sus empresas de referencia con un gran valor estratégico para la economía y sociedad del país.
La pregunta es ¿está condenada Galicia a tener que convivir con el destino fatal de la emigración que, cuando éramos pobres, se llevó a los hombres y mujeres y ahora, cuando somos ricos, se lleva a las empresas? En fin, citando de nuevo a Don Quijote en el relato de su visión en la cueva de Montesinos, “paciencia y barajar”.
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