Concluyo este artículo antes de las votaciones de las 90 resoluciones de los grupos políticos que cerraban anoche el Debate sobre el Estado de la Nación y, por tanto, desconozco los apoyos que han obtenido las propuestas del Gobierno o si vive un nuevo capítulo de soledad parlamentaria.
Pero soledades al margen, a mí lo que más me asombra de esta cita política anual es que tras muchas horas de exposiciones, réplicas y contrarréplicas sobre los problemas del país; tras tantas críticas y descalificaciones entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición, lo que más interesó a los dos partidos mayoritarios y a los medios de comunicación de Madrid fue determinar, con análisis sesgados, quien ganó el debate y quien salió mejor posicionado para las elecciones europeas. Es la banalización de la política reduciéndola a puro espectáculo.
Según el CIS ganó Zapatero, pero no inspira confianza ante el futuro económico y político y muchos no creen en la fortaleza del Gobierno para conducir al país en medio de la tempestad. El mismo sondeo concluye que Rajoy tiene pocas propuestas frente a la política del Gobierno y la mayoría de los encuestados le ven poco capaz de hacer una oposición constructiva y de infundir confianza a la sociedad. Más de la mitad de los encuestados están insatisfechos con ambos, que se dedicaron más a zurrarse que a tratar los problemas de la ciudadanía. Es decir, el presidente no lidera y el jefe de la oposición no ilusiona como alternativa.
Por tanto, la gente cree que los dos salieron perdedores y con una imagen de malos gobernantes que no quieren o no saben enfrentarse a la dramática realidad económica y social de una crisis que desangra al país. Parafraseando a J. Peter, no estoy totalmente seguro si España está conducida por incompetentes que son sinceros o por pillos que nos toman el pelo.
Pero más perdió la nación, que está muy alicaída. Nos estamos asomando al abismo de una depresión atroz de la que solo puede salvarnos un gran pacto de Estado para que aparezcan "brotes verdes" en el horizonte. Aunque pocos creen que José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy estén por la labor de perder algo en sus posiciones políticas para que gane mucho el país. Es una pena.
Pero soledades al margen, a mí lo que más me asombra de esta cita política anual es que tras muchas horas de exposiciones, réplicas y contrarréplicas sobre los problemas del país; tras tantas críticas y descalificaciones entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición, lo que más interesó a los dos partidos mayoritarios y a los medios de comunicación de Madrid fue determinar, con análisis sesgados, quien ganó el debate y quien salió mejor posicionado para las elecciones europeas. Es la banalización de la política reduciéndola a puro espectáculo.
Según el CIS ganó Zapatero, pero no inspira confianza ante el futuro económico y político y muchos no creen en la fortaleza del Gobierno para conducir al país en medio de la tempestad. El mismo sondeo concluye que Rajoy tiene pocas propuestas frente a la política del Gobierno y la mayoría de los encuestados le ven poco capaz de hacer una oposición constructiva y de infundir confianza a la sociedad. Más de la mitad de los encuestados están insatisfechos con ambos, que se dedicaron más a zurrarse que a tratar los problemas de la ciudadanía. Es decir, el presidente no lidera y el jefe de la oposición no ilusiona como alternativa.
Por tanto, la gente cree que los dos salieron perdedores y con una imagen de malos gobernantes que no quieren o no saben enfrentarse a la dramática realidad económica y social de una crisis que desangra al país. Parafraseando a J. Peter, no estoy totalmente seguro si España está conducida por incompetentes que son sinceros o por pillos que nos toman el pelo.
Pero más perdió la nación, que está muy alicaída. Nos estamos asomando al abismo de una depresión atroz de la que solo puede salvarnos un gran pacto de Estado para que aparezcan "brotes verdes" en el horizonte. Aunque pocos creen que José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy estén por la labor de perder algo en sus posiciones políticas para que gane mucho el país. Es una pena.
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