Hace veinte años Fernando González Laxe encabezaba una generación de jóvenes políticos del partido socialista que, con el apoyo de un nacionalismo también joven, había formado un gobierno de coalición y progreso que en dos años fue el impulsor de reformas e iniciativas que resolvieron problemas y configuraron proyectos de futuro para lograr una importante transformación que catapultó a Galicia hacia la modernidad.
Concluido aquel corto mandato y convocadas las elecciones, el candidato González Laxe se enfrentó solo a un Fraga Iribarne que entonces irrumpía como un huracán en la política gallega con todo el apoyo mediático y la bendición del Gobierno central, que dejó a su suerte al joven presidente gallego porque prefería situar en la periferia galaica al líder conservador. Aún así, obtuvo 28 escaños, cifra jamás alcanzada por ninguno de sus tres sucesores.
Entró en la historia del país, pero pocos años después Laxe dejó silenciosamente la actividad política y se fue a su cátedra de la Universidade da Coruña en la que alcanzó primeras posiciones en producción intelectual desplegando una intensa actividad docente e investigadora y aportando valor añadido, que era su nueva forma de servir al país. Con su marcha de la política el PSdeG perdió uno de sus mejores activos, un político que supera con creces el nivel que desde entonces se instaló en el socialismo gallego.
Ahora asume la presidencia de Puertos del Estado para gestionar la fachada portuaria española por "compromiso de lealtad" con un proyecto político y de amistad con el ministro de Fomento, que valora su capacidad de gestión y recupera su experiencia.
Yo no sé si este puesto es la premisa de partida para misiones de mayor alcance y recorrido. Pero sí es verdad que prescindir de los conocimientos y del buen hacer profesional de González Laxe es un lujo que el país no debería permitirse cuando hay tanta escasez de buenas cabezas en el universo de la política. Por eso, su recuperación es una sabia decisión del ministro, que se rodea de los mejores, y es una buena noticia para Galicia porque González Laxe aportará sensatez y cordura para mejorar el sistema portuario gallego, sobre todo los puertos de Ferrol y A Coruña.
Concluido aquel corto mandato y convocadas las elecciones, el candidato González Laxe se enfrentó solo a un Fraga Iribarne que entonces irrumpía como un huracán en la política gallega con todo el apoyo mediático y la bendición del Gobierno central, que dejó a su suerte al joven presidente gallego porque prefería situar en la periferia galaica al líder conservador. Aún así, obtuvo 28 escaños, cifra jamás alcanzada por ninguno de sus tres sucesores.
Entró en la historia del país, pero pocos años después Laxe dejó silenciosamente la actividad política y se fue a su cátedra de la Universidade da Coruña en la que alcanzó primeras posiciones en producción intelectual desplegando una intensa actividad docente e investigadora y aportando valor añadido, que era su nueva forma de servir al país. Con su marcha de la política el PSdeG perdió uno de sus mejores activos, un político que supera con creces el nivel que desde entonces se instaló en el socialismo gallego.
Ahora asume la presidencia de Puertos del Estado para gestionar la fachada portuaria española por "compromiso de lealtad" con un proyecto político y de amistad con el ministro de Fomento, que valora su capacidad de gestión y recupera su experiencia.
Yo no sé si este puesto es la premisa de partida para misiones de mayor alcance y recorrido. Pero sí es verdad que prescindir de los conocimientos y del buen hacer profesional de González Laxe es un lujo que el país no debería permitirse cuando hay tanta escasez de buenas cabezas en el universo de la política. Por eso, su recuperación es una sabia decisión del ministro, que se rodea de los mejores, y es una buena noticia para Galicia porque González Laxe aportará sensatez y cordura para mejorar el sistema portuario gallego, sobre todo los puertos de Ferrol y A Coruña.
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