La pasada fue una semana aciaga para Galicia. Primero, por la desaparición del Códice Calixtino, una joya poco protegida y mal custodiada, que contiene una parte singular de la historia del país y es patrimonio gallego y de la humanidad.
Pero detrás de esta noticia de alcance quedaron como eclipsadas dos informaciones que tienen gran importancia económica para el país. La primera es la enésima crisis del sector naval, esta vez por la suspensión de las bonificaciones fiscales en la construcción de barcos decretada por el Ministerio de Economía hasta que la Unión Europea resuelva la denuncia presentada por varios países europeos.
La paralización de las exenciones fiscales amenaza a un sector estratégico de la economía gallega cuyos astilleros pueden perder hasta 11.000 millones de euros en nuevos contratos y el país 15.000 puestos de trabajo. Es curioso que España esté en el punto de mira cuando la construcción naval también está incentivada en otros países de distintas formas y cuantía.
La segunda noticia es la negativa del Gobierno a sentarse a negociar los 805 millones de euros que le reclama la Xunta. Dos anotaciones previas. Primera, el sistema de financiación autonómica es complejo y quizá en el modelo pactado quedaron flecos que se prestan a distintas interpretaciones. En segundo lugar, es sabido que las relaciones entre el Gobierno central y la actual Xunta nunca fueron fluidas y evidencian un deterioro institucional importante que perjudica a ambas partes, seguramente más a Galicia. Por tanto, no es fácil determinar quien tiene más razón en este asunto.
Pero estas consideraciones no impiden concluir que es poco edificante, por decirlo de manera suave, que el Gobierno de España, quebrantando principios elementales de toda negociación, mantenga una actitud de bloqueo y sean sus propios "enviados especiales" a la mesa negociadora -dos directores generales- quienes inviten a la Xunta a reclamar por vía judicial los millones del plan de financiación. Habrá que recordarles que Galicia también es Estado.
En fin, que la semana pasada no solo se cumplió aquí la ley, sino que el propio Murphy desarrolló su reglamento. ¿Aparecerá el Calixtino, Bruselas y Madrid levantarán el veto a las ayudas fiscales al sector naval y Xunta y Gobierno recompondrán sus relaciones? Todo está en el aire, salvo milagro del señor Santiago.
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