En estos tiempos en que el petróleo sube y la nuclear asus-tan, ¿qué hacemos? Reservas de petróleo para 92 días, mejores conexiones a las redes de suministro, diversificar las alianzas estratégicas, posicionar nuestras empresas en los mercados. ¿Por qué no pensar en algo sostenible en el tiempo, que además nos permita ser punteros, innovar, exportar, crecer? Es verdad que la crisis es un hándicap, pero también una oportunidad para pensar en qué nos vamos a convertir. No puede ser que lo que más exportamos sean coches y los facturen empresas extranjeras. La lógica económica hará que pronto esto también acabe. Podemos seguir escuchando elecciones, primarias y más elecciones día tras día, pensando que estamos en el descanso de la crisis como si se tratara de un partido cuya segunda parte comienza en marzo, y sintiendo el acecho de un posible rescate. Por si tuviéramos poco, una vez más las medidas del BCE, que prevé subir los tipos de interés, nos cogerán a contra pie.
Deberíamos exigir una transición hacia el nuevo ejecutivo que asegurara un plan sostenible, consensuado y de futuro. Si no pensamos en I+D, a medio y largo plazo hay poco que hacer. No puede ser que unos se dediquen a buscar un candidato que les permita disfrazar su debacle mientras desempañan los cristales del país, mientras los otros se limitan a dejar pasar el tiempo y que el desgaste les haga su trabajo. Tenemos lo que merecemos. El individualismo, el “nuevo riquismo” y la sociedad del mero titular nos han hecho perder la solidaridad necesaria para abordar un futuro en el que el consenso social dote de sentido común a nuestra política, gobierne quien gobierne. Seguramente el próximo presidente sea Rajoy. Da miedo pensar que posiblemente no sea el candidato preferido por sus votantes e imaginar que en el seno de Génova, donde no parece dirigir demasiado, no se atrevan a celebrar unas primarias que quizá revitalizaran a los socialistas. Digno de una de Chaplin.
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