Así calificaba el secretario general de Comisiones Obreras la huelga general de hoy, seguramente pensando que era una faena para el Gobierno amigo y quizá también para los mismos sindicatos que, mientras la crisis desangraba al país y miles de trabajadores perdían sus trabajos ante la parálisis del Gobierno, estuvieron quietos al amparo del poder y ahora quieren limpiar su imagen y recuperar predicamento.
¿Qué piensa la calle? Pues que la huelga es legítima -se legitima del todo cuando respeta la libertad de todos, incluido el derecho a trabajar- y que está plenamente justificada por la política regresiva del Gobierno con una escalada de recortes y reajustes sin precedentes que perjudican a los de siempre, a los más débiles, y deja impunes a los causantes de la crisis.
Pero en la calle también se piensa que la huelga llega tarde y ahora es inútil, porque mañana todo va a seguir igual, y los sindicatos lo saben. El presidente del Gobierno se reunió la semana pasada en Nueva York con los mismos especuladores que hace unos meses hicieron tambalear la economía española y reiteró el compromiso de su Gobierno con las reformas económicas y el rigor presupuestario para reducir el déficit y devolver la confianza de los mercados.
Por eso en la calle no hay clima de movilización colectiva para una huelga inútil, aunque justificada. Muchos no quieren dar su aval a unos sindicatos con poco crédito; la mayoría está asfixiada por los bajos salarios, por la subida de impuestos y de los precios de servicios básicos, como la luz, y no podrían soportar más descuentos en sus nóminas, y todos están muy asustados por tener que convivir con la nueva cultura de la precariedad e incertidumbre.
Quizá tenga razón el veterano sindicalista. Esta huelga es una gran putada, pero para todos. Para el país que saldrá de ella más pobre y debilitado, y para los trabajadores porque nada va a cambiar. Tristemente, tal como está la economía, no hay margen para otras actuaciones. Mandan los mercados y las “recomendaciones” de Europa.
Es posible que la situación económica requiera nuevas medidas restrictivas. En ese caso, la huelga de hoy puede ser como el anticipo de una etapa dura y problemática, incluso con la aparición de brotes de inestabilidad social. Ojalá no se cumplan tan malos presagios.
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