“Presenza galega en Cuba” es el título del último libro de Neira Vilas que se presentó en la reciente Feria del Libro de A Coruña en el que el autor relata de forma amena la larga y polifacética relación entre los pueblos cubano y gallego, que fue muy intensa desde la segunda mitad del siglo XIX hasta bien entrado el siglo XX y dejó huellas profundas que perduran hoy.
En ciento ochenta páginas Neira Vilas relata como “Galicia está en Cuba, pero tamén Cuba en Galicia en harmoniosa simbiose”. Allí emigraron muchos personajes gallegos que desarrollaron una intensa actividad intelectual vinculada a su tierra de origen; en Cuba nacieron la bandera y el himno, dos símbolos de Galicia, y la Academia; desde Cuba los emigrantes gallegos enviaron a su tierra ingentes recursos para sostener a la propia Real Academia Galega, para mantener numerosas actividades culturales y para la creación de escuelas “na terra nativa”, que Neira Vilas cifra en 300. En aquellos tiempos, fundar y patrocinar escuelas debía ser lo equivalente a lo que hoy entendemos como I+D+i, el arma para combatir el mal endémico del analfabetismoy para mejorar la instrucción que tanto echaban de menos los gallegos que habían arribado a la isla.
De la presencia gallega en Cuba quedan hoy innumerables vestigios, pero el testimonio más importante son los 671 gallegos nativos vivos, todos ellos ancianos y algunos ya centenarios. Son los últimos emigrantes de una generación que llegó a la isla con la intención de hacer fortuna. Pero la Revolución, que les pilló en plena juventud, arruinó sus vidas y, como muchos compatriotas, vivieron sin fortuna y, lo que es peor, sin libertad en esa inmensa cárcel en que los hermanos Castro convirtieron a la Perla del Caribe, parapetados detrás del bloqueo de los Estados Unidos que también es injustificable.
Pero esto es tema para otro día. Hoy nos quedamos con el recuerdo de esa huella profunda que los gallegos dejaron en Cuba donde “os vínculos de sangue, de historia, de cultura entre os pobos galego e cubano son moi profundos. Mesturados están os nosos apelidos, os nosos sentimentos, a nosa mutua solidaridade” que nos hace “dous pobos irmáns. Para sempre”, afirma el autor de Memorias dun Neno Labrego en este libro editado por Xerais, cuya lectura es una delicia.
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