Monday, September 13, 2010

Llamada a la rebelión

Decía el conselleiro de Educación el domingo que "nin ameazamos nin consentimos ameazas e imposicións coa lengua" y descartaba que se produzca un movimiento de insumisión al decreto del plurilingüísmo.

Yo no sería tan optimista. Es cierto que desde que los populares ganaron las elecciones, en el Gobierno gallego se produjeron cambios significativos en la cuestión lingüística, bien porque el propio Gobierno decidió suavizar sus planteamientos ante la protesta de la oposición, de los sindicatos, de instituciones como la Academia, el Consello da Cultura o de varias asociaciones de padres o bien porque aceptó algunas sugerencias y recomendaciones, como las del Consello Consultivo.

El punto de inflexión de esa "moderación" fue la oferta de un gran pacto hecha por el presidente de la Xunta en O Courel con cuatro puntos elementales: reconocimiento del gallego como lengua propia de Galicia, tratamiento positivo para su promoción y recuperación, cooficialidad de las dos lenguas y la no discriminación por razones de lengua. Era una premisa de partida para poder alcanzar la conclusión del consenso en materia lingüística.

Pero nadie recogió el testigo para abrir una mesa de diálogo. La Xunta siguió con su programa, la oposición hizo de la cuestión lingüística un casus belli y la Academia, la Mesa y algún sindicato educativo presentaron recursos contra el decreto que fueron admitidos a trámite. Y ahora, días antes del comienzo de curso, el BNG llama a la rebelión de docentes y alumnos contra "el mal llamado decreto del plurilingüísmo".

El lío está servido y el arma de la discordia es la lengua que, curiosamente, es nuestro vínculo de unión más importante. Ahí estamos, enrocados en las imposiciones por decreto de unos y en la galleguización a la brava y llamada a la rebelión de otros en un clima de división que no es un buen ejemplo para transmitir a los escolares el conocimiento y amor a la lengua.

Pero así es nuestra peculiar forma de dialogar que nos hace sentir más cómodos exhibiendo diferencias que debatiendo propuestas para llegar a acuerdos en asuntos que no se resuelven con un único discurso, como este de la lengua que nos sustenta como pueblo y ahora, debilitada, pide la protección de todos. En fin, con tanta torpeza el gallego no necesita más enemigos.

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