Aborrezco las excusas. Odio que justifiquemos nuestros actos recordando que nosotros también los hemos pasado. Si seguimos este hilo: ¿un maltratado tiene derecho a ser maltratador? Lo dudo.
Con este argumento escuchamos decir que es normal que los asiáticos trabajen más de ocho horas al día… Exclamamos: ¡En España también pasó, y no hace tanto!
Demasiado simple. Obviamente el desarrollo pasa por diferentes fases, pero ahora, en nuestra situación de superioridad económica, no deberíamos aplicar esa mala praxis que en un momento tuvimos que aceptar.
Es una idea de sentido común: nuestros padres y abuelos tuvieron que dejar de estudiar por trabajar. ¿Obligaremos a lo mismo a nuestros hijos? No lo creo. Por ello considero que los países en vías de desarrollo que están intentando subirse al tren de la globalización, deben hacerlo con las condiciones que se han conseguido en los países más desarrollados; hayan o no luchado ellos mismos por obtenerlas. Ya es difícil entrar en un mundo que les lleva tanta ventaja, no lo convirtamos en algo imposible.
Los llamados derechos de tercera generación tardaron en llegar, pero lo hicieron. Son los vinculados a la fraternidad de la Revolución Francesa. Permitamos que ellos también los disfruten: les llevamos ventaja, sacamos provecho de su situación, ya estamos jugando un partido de once contra diez. No les quitemos también a su portero. Y lo más importante, exijamos a sus gobiernos que luchen por ello: sin estructura estatal, sin buena gobernanza, ninguna partida se puede ganar.
Con este argumento escuchamos decir que es normal que los asiáticos trabajen más de ocho horas al día… Exclamamos: ¡En España también pasó, y no hace tanto!
Demasiado simple. Obviamente el desarrollo pasa por diferentes fases, pero ahora, en nuestra situación de superioridad económica, no deberíamos aplicar esa mala praxis que en un momento tuvimos que aceptar.
Es una idea de sentido común: nuestros padres y abuelos tuvieron que dejar de estudiar por trabajar. ¿Obligaremos a lo mismo a nuestros hijos? No lo creo. Por ello considero que los países en vías de desarrollo que están intentando subirse al tren de la globalización, deben hacerlo con las condiciones que se han conseguido en los países más desarrollados; hayan o no luchado ellos mismos por obtenerlas. Ya es difícil entrar en un mundo que les lleva tanta ventaja, no lo convirtamos en algo imposible.
Los llamados derechos de tercera generación tardaron en llegar, pero lo hicieron. Son los vinculados a la fraternidad de la Revolución Francesa. Permitamos que ellos también los disfruten: les llevamos ventaja, sacamos provecho de su situación, ya estamos jugando un partido de once contra diez. No les quitemos también a su portero. Y lo más importante, exijamos a sus gobiernos que luchen por ello: sin estructura estatal, sin buena gobernanza, ninguna partida se puede ganar.