En enero, el presidente de Cantabria describía la ronda de conversaciones del presidente del Gobierno con los de las Comunidades Autónomas de forma muy expresiva: "Es como si el padre de familia recibe a sus 17 hijos que no se llevan bien y vienen a pedir su parte de la herencia". En aquella toma de contacto todos salieron de la Moncloa entusiasmados porque se les prometió que el nuevo modelo de financiación "garantizará igualdad de recursos para los servicios públicos básicos y tendrá en cuenta como criterio de reparto las peculiaridades y Estatutos de cada comunidad". Es decir, "café para todos" y abundante, sin romper la solidaridad y "sin que haya menos Estado".
Son los milagros económicos que sigue vendiendo el presidente. Con mucha fe hasta se puede creer que el Estado va a mantener su capacidad de maniobra en la función redistribuidora y reequilibradora. Pero resulta más difícil saber de dónde van a salir los recursos para que "todos ganen" en plena recesión económica. Yo no sé si la vicepresidenta Salgado habrá enseñado a su jefe los extractos de las cuentas públicas que ya están escuálidas sin que la crisis haya tocado fondo.
Es normal que "todos los hijos" pidan más herencia, más recursos para prestar más servicios a sus ciudadanos. Pero sorprende que los presidentes no hagan un poco de autocrítica de sus gobiernos que, con frecuencia, son máquinas de gasto ineficientes. A no ser que con los nuevos dineros piensen seguir financiando las listas de espera, el fracaso escolar o la "economía productiva" de las embajadas en el exterior y la abultada nómina de asesores. O despilfarros clamorosos en proyectos sin sentido. En fin, que entramos en el último tercio, el de las cifras, que, como en los toros, es el definitivo. Ayer estuvo por aquí el vicepresidente tercero en su papel de telonero, pero hoy es el día en el que el presidente Feijóo se viste de luces para verse con la vicepresidenta de Economía. Cuenta con el respaldo del Parlamento para negociar con firmeza que Galicia mantenga su peso en el reparto global y salga fortalecida recibiendo lo justo. Ojalá haga una buena faena.
Son los milagros económicos que sigue vendiendo el presidente. Con mucha fe hasta se puede creer que el Estado va a mantener su capacidad de maniobra en la función redistribuidora y reequilibradora. Pero resulta más difícil saber de dónde van a salir los recursos para que "todos ganen" en plena recesión económica. Yo no sé si la vicepresidenta Salgado habrá enseñado a su jefe los extractos de las cuentas públicas que ya están escuálidas sin que la crisis haya tocado fondo.
Es normal que "todos los hijos" pidan más herencia, más recursos para prestar más servicios a sus ciudadanos. Pero sorprende que los presidentes no hagan un poco de autocrítica de sus gobiernos que, con frecuencia, son máquinas de gasto ineficientes. A no ser que con los nuevos dineros piensen seguir financiando las listas de espera, el fracaso escolar o la "economía productiva" de las embajadas en el exterior y la abultada nómina de asesores. O despilfarros clamorosos en proyectos sin sentido. En fin, que entramos en el último tercio, el de las cifras, que, como en los toros, es el definitivo. Ayer estuvo por aquí el vicepresidente tercero en su papel de telonero, pero hoy es el día en el que el presidente Feijóo se viste de luces para verse con la vicepresidenta de Economía. Cuenta con el respaldo del Parlamento para negociar con firmeza que Galicia mantenga su peso en el reparto global y salga fortalecida recibiendo lo justo. Ojalá haga una buena faena.
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