Entre los logros del gobierno bipartito no figura -o al menos no han sabido venderla- la transparencia en algunas parcelas de la administración especialmente sensibles para la ciudadanía.
A lo largo de la legislatura se denunciaron prácticas del amiguismo, el aumento escandaloso de funcionarios, el crecimiento de altos cargos y asesores -alguien debería explicar cual es la función de los asesores-, la multiplicación del parque móvil o la apertura de los llamados chuiringuitos poblados de plantillas y con presupuestos más que generosos que no sobresalen por una labor diligente en beneficio del país. Es manifiesta la poca claridad en algunas formas de acceso a la administración, que no se caracterizan por ser procesos limpios y transparentes para captar a los de más mérito y talento. Ahora mismo están en marcha dos oposiciones exprés de Vicepresidencia que se parecen en la forma y en el fondo a otra que convocó la Diputación de Ourense en noviembre. Todo indica que el objetivo de ambas es primar la militancia política.
Los debates parlamentarios sobre estas cuestiones desembocaron en acusaciones mutuas y en el siempre socorrido “y tu más”. Seguramente tienen razón todos -gobierno y oposición-, porque es verdad que estas prácticas eran habituales cuando gobernaba el PP, pero también es verdad que no solo no desaparecieron en esta legislatura, sino que todo indica que fueron a más. A veces da la impresión que algunos dirigentes actúan como si ellos fueran las propias instituciones que representan.
El presidente americano que tanto cautiva nuestros dirigentes, en una intervención ante sus colaboradores más cercanos destacó dos líneas fundamentales que deberían caracterizar la gestión pública de su equipo, la ética: “venimos a servir intereses generales y no particulares de cualquier tipo”, y la transparencia: después de actuar con limpieza, “la democracia obliga a informar y explicar, nunca a ocultar o tapar”.
Quienes aspiran a dirigir los destinos del país después de marzo deberían comprometerse a erradicar para siempre tantos desmanes que todos cometieron cuando gobernaron. Es el compromiso necesario para la regeneración democrática y el cambio más esperado.
A lo largo de la legislatura se denunciaron prácticas del amiguismo, el aumento escandaloso de funcionarios, el crecimiento de altos cargos y asesores -alguien debería explicar cual es la función de los asesores-, la multiplicación del parque móvil o la apertura de los llamados chuiringuitos poblados de plantillas y con presupuestos más que generosos que no sobresalen por una labor diligente en beneficio del país. Es manifiesta la poca claridad en algunas formas de acceso a la administración, que no se caracterizan por ser procesos limpios y transparentes para captar a los de más mérito y talento. Ahora mismo están en marcha dos oposiciones exprés de Vicepresidencia que se parecen en la forma y en el fondo a otra que convocó la Diputación de Ourense en noviembre. Todo indica que el objetivo de ambas es primar la militancia política.
Los debates parlamentarios sobre estas cuestiones desembocaron en acusaciones mutuas y en el siempre socorrido “y tu más”. Seguramente tienen razón todos -gobierno y oposición-, porque es verdad que estas prácticas eran habituales cuando gobernaba el PP, pero también es verdad que no solo no desaparecieron en esta legislatura, sino que todo indica que fueron a más. A veces da la impresión que algunos dirigentes actúan como si ellos fueran las propias instituciones que representan.
El presidente americano que tanto cautiva nuestros dirigentes, en una intervención ante sus colaboradores más cercanos destacó dos líneas fundamentales que deberían caracterizar la gestión pública de su equipo, la ética: “venimos a servir intereses generales y no particulares de cualquier tipo”, y la transparencia: después de actuar con limpieza, “la democracia obliga a informar y explicar, nunca a ocultar o tapar”.
Quienes aspiran a dirigir los destinos del país después de marzo deberían comprometerse a erradicar para siempre tantos desmanes que todos cometieron cuando gobernaron. Es el compromiso necesario para la regeneración democrática y el cambio más esperado.
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