Impresionado por la valentía de su autor y fascinado por su claridad. Les propongo que lean el prólogo de un profesor de Derecho Penal, Alfonso Serrano, a su texto “Derecho Penal. Parte especial”, edición de este mismo año en la editorial Dykinson. Busquen en alguna biblioteca el grueso texto y deténganse atentamente en esas páginas que siempre saltamos por innecesarias.
El prólogo es una auténtica carga de profundidad contra el sistema de elección de profesores en la Universidad española, que no asegura en absoluto su calidad ni –y eso es más grave- tampoco su objetividad. El profesor Serrano lo define como el sistema más corrupto entre los corruptos. Gravísima acusación que circula en las manos de sus lectores cuando menos, miles de alumnos de la Universidad Nacional de Educación a Distancia que utilizan este texto para preparar la asignatura.
La acusación, sin embargo, es creíble, por su fuente, y contrastable, por los ejemplos expuestos. Pero también porque muchos sabemos que la transparencia no es una virtud de los sistemas de elección del profesorado en nuestra Universidad. Como sabemos que no todos los que imparten asignaturas son especialistas del área de conocimiento que explican o cuya silla ocupan, y que a menudo florecen otros criterios a la de hora de elegir a la persona idónea para la materia formativa concreta.
En la Universidad existen grandes profesores, capaces, dignos y ejemplares en su maestría, dedicación y buen hacer, pero también bastante mediocridad que apenas merecería dos o tres jornadas de enseñanza, jamás un curso lectivo. Si a menudo achacamos a los estudiantes su deficiente formación cuando llegan al recinto universitario, también es cierto que no es digno de alabanza todo cuanto nos encontramos en él.
El prólogo es una auténtica carga de profundidad contra el sistema de elección de profesores en la Universidad española, que no asegura en absoluto su calidad ni –y eso es más grave- tampoco su objetividad. El profesor Serrano lo define como el sistema más corrupto entre los corruptos. Gravísima acusación que circula en las manos de sus lectores cuando menos, miles de alumnos de la Universidad Nacional de Educación a Distancia que utilizan este texto para preparar la asignatura.
La acusación, sin embargo, es creíble, por su fuente, y contrastable, por los ejemplos expuestos. Pero también porque muchos sabemos que la transparencia no es una virtud de los sistemas de elección del profesorado en nuestra Universidad. Como sabemos que no todos los que imparten asignaturas son especialistas del área de conocimiento que explican o cuya silla ocupan, y que a menudo florecen otros criterios a la de hora de elegir a la persona idónea para la materia formativa concreta.
En la Universidad existen grandes profesores, capaces, dignos y ejemplares en su maestría, dedicación y buen hacer, pero también bastante mediocridad que apenas merecería dos o tres jornadas de enseñanza, jamás un curso lectivo. Si a menudo achacamos a los estudiantes su deficiente formación cuando llegan al recinto universitario, también es cierto que no es digno de alabanza todo cuanto nos encontramos en él.
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