Siempre fueron asunto recurrente para todos los políticos y con guión parecido. Cuando están en el Gobierno dicen que el objetivo es su reducción o eliminación. En la oposición hablan de maquillaje o de fracaso gubernamental por su aumento considerable.
Los datos dados a conocer la semana pasada demuestran una vez más que, día arriba día abajo, el tiempo de espera para ser atendido en consultas o cirugía es el mismo que hace un año, parecido al de las cuatro legislaturas anteriores y sensiblemente mayor si nos remontamos al gobierno de la UCD. Las causas también son las de siempre: vacaciones de verano, envejecimiento de la población, mayor demanda de asistencia, cierre temporal de quirófanos y obligado desvío de pacientes a centros concertados, falta de personal. Las consecuencias: 252.000 personas pendientes de primeras consultas durante 84 días y más de 35.000 personas pendientes de una operación durante 106 días.
Pero yo juraría que las cifras que se dan de pacientes en listas de espera no son reales. Porque en cuestiones de salud, quien más quien menos -los políticos también- va resolviendo sus patologías severas o benignas ya sea acudiendo a urgencias, a través de un amigo o conocido que abre la puerta de las consultas, o simplemente aguardando que el tiempo resuelva el problema. Porque si hubiera tantos enfermos esperando por una consulta, se estaría generando una revuelta social justificada.
Una segunda reflexión: después de tantos años de gestión de la sanidad en Galicia, una de dos: o el problema de las listas de espera no tiene solución o los responsables anteriores y estos la buscaron por caminos equivocados. Y si persisten en aplicar este modelo de gestión, mejor rezar: "Virgencita, que me quede como estoy", porque una versión libre de la ley de Murphy dice que "cualquier situación por muy mala que sea tiene tendencia a empeorar y, de hecho, empeora".
Aún así, la espera para consultas y cirugía existe y reducirla debe seguir siendo objetivo de los gestores sanitarios que habrán de manejar alternativas de solución más creativas para obtener mejores resultados.
Los datos dados a conocer la semana pasada demuestran una vez más que, día arriba día abajo, el tiempo de espera para ser atendido en consultas o cirugía es el mismo que hace un año, parecido al de las cuatro legislaturas anteriores y sensiblemente mayor si nos remontamos al gobierno de la UCD. Las causas también son las de siempre: vacaciones de verano, envejecimiento de la población, mayor demanda de asistencia, cierre temporal de quirófanos y obligado desvío de pacientes a centros concertados, falta de personal. Las consecuencias: 252.000 personas pendientes de primeras consultas durante 84 días y más de 35.000 personas pendientes de una operación durante 106 días.
Pero yo juraría que las cifras que se dan de pacientes en listas de espera no son reales. Porque en cuestiones de salud, quien más quien menos -los políticos también- va resolviendo sus patologías severas o benignas ya sea acudiendo a urgencias, a través de un amigo o conocido que abre la puerta de las consultas, o simplemente aguardando que el tiempo resuelva el problema. Porque si hubiera tantos enfermos esperando por una consulta, se estaría generando una revuelta social justificada.
Una segunda reflexión: después de tantos años de gestión de la sanidad en Galicia, una de dos: o el problema de las listas de espera no tiene solución o los responsables anteriores y estos la buscaron por caminos equivocados. Y si persisten en aplicar este modelo de gestión, mejor rezar: "Virgencita, que me quede como estoy", porque una versión libre de la ley de Murphy dice que "cualquier situación por muy mala que sea tiene tendencia a empeorar y, de hecho, empeora".
Aún así, la espera para consultas y cirugía existe y reducirla debe seguir siendo objetivo de los gestores sanitarios que habrán de manejar alternativas de solución más creativas para obtener mejores resultados.
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