En agosto publicó El Correo Gallego un reportaje sobre la duración de viaje en tren entre las ciudades gallegas conectadas por “camiños de ferro”: hora y media de A Coruña a Ferrol; más de una hora de A Coruña a Santiago; cerca de dos horas de A Coruña a Lugo o de Santiago a Ourense y en torno a tres horas de A Coruña a Vigo.
Una barbaridad, pero estos son nuestros “trenes de cercanías”, que en RENFE llaman de media distancia, que parecen concebidos más para contemplar el paisaje que para desplazarse entre las ciudades por razones profesionales o de negocios.
Lo cierto es que siempre hemos puesto los ojos en las grandes infraestructuras ferroviarias, tan deseadas y tan necesarias para catapultar a Galicia al exterior con la alta velocidad, y nos hemos olvidado del transporte doméstico en trenes interiores, mucho más importante para la mayoría de ciudadanos que seguramente jamás viajarán en AVE, pero necesitan desplazarse con frecuencia entre ciudades y poblaciones cercanas.
Por eso es una buena noticia que sus señorías vuelvan ahora la vista a los intercity y al tren de cercanías. Lo exige el PP y el Gobierno, por boca del presidente, anuncia gestiones inmediatas para impulsarlo, enmarcado dentro del Plan Integral de Trasporte de Galicia que pretende ofrecer al país el servicio de transporte público que necesita y demanda.
No va a ser un objetivo fácil de alcanzar porque -todo a un tiempo- hay que poner en marcha trenes en doble vía, generar una nueva cultura para captar usuarios e implantar en las urbes otro modelo de transporte lanzadera desde las estaciones a los puntos clave de cada ciudad y viceversa. Pero es vital para el país, porque unas buenas líneas de ferrocarril vertebran el territorio, alivian las carreteras sobrecargadas de tráfico y disminuyen la alta siniestralidad.
Solo falta que lo tomen en serio. Para que al menos tengamos una red gallega de trenes regulares en horarios y competitivos en rapidez y tarifas, que es más gratificante que seguir de brazos cruzados esperando la alta velocidad que no llega. Ni es seguro que llegue el comprometido 2012.
Una barbaridad, pero estos son nuestros “trenes de cercanías”, que en RENFE llaman de media distancia, que parecen concebidos más para contemplar el paisaje que para desplazarse entre las ciudades por razones profesionales o de negocios.
Lo cierto es que siempre hemos puesto los ojos en las grandes infraestructuras ferroviarias, tan deseadas y tan necesarias para catapultar a Galicia al exterior con la alta velocidad, y nos hemos olvidado del transporte doméstico en trenes interiores, mucho más importante para la mayoría de ciudadanos que seguramente jamás viajarán en AVE, pero necesitan desplazarse con frecuencia entre ciudades y poblaciones cercanas.
Por eso es una buena noticia que sus señorías vuelvan ahora la vista a los intercity y al tren de cercanías. Lo exige el PP y el Gobierno, por boca del presidente, anuncia gestiones inmediatas para impulsarlo, enmarcado dentro del Plan Integral de Trasporte de Galicia que pretende ofrecer al país el servicio de transporte público que necesita y demanda.
No va a ser un objetivo fácil de alcanzar porque -todo a un tiempo- hay que poner en marcha trenes en doble vía, generar una nueva cultura para captar usuarios e implantar en las urbes otro modelo de transporte lanzadera desde las estaciones a los puntos clave de cada ciudad y viceversa. Pero es vital para el país, porque unas buenas líneas de ferrocarril vertebran el territorio, alivian las carreteras sobrecargadas de tráfico y disminuyen la alta siniestralidad.
Solo falta que lo tomen en serio. Para que al menos tengamos una red gallega de trenes regulares en horarios y competitivos en rapidez y tarifas, que es más gratificante que seguir de brazos cruzados esperando la alta velocidad que no llega. Ni es seguro que llegue el comprometido 2012.
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