Hace años que renuncié a entender todo lo que se refiere a ese mundo opaco de las eléctricas, recibo de la luz incluido, que utilizan un lenguaje cifrado que escapa a la comprensión del común de los mortales que solo entendemos la cantidad a pagar que, con el nuevo año, sube de forma espectacular.
Seguramente era necesaria esta subida de la luz por el famoso “déficit de tarifa, que dicen arrastramos desde el 2000 y significa que venimos pagando menos de lo que cuesta producir la energía que consumimos. Pero, ¿por qué el Gobierno no programó desde 2004 una escalada de subidas moderadas para reducir ese déficit sin esperar a que engordara la burbuja tarifaria que ahora, en lo peor de la crisis, nos explota en los morros?
Esa desidia gubernamental sorprende tanto como la escandalosa subida de la luz y sorprende más aún la explicación burda e irritante de dos miembros cualificados del Gobierno que culparon del tarifazo a la herencia del PP ¡después de siete años de gobierno socialista!; o la del el ministro Industria que remata la faena minimizando el coste de la subida como “lo equivalente al precio de un café”. ¿En qué país vive el ministro? ¿Cómo puede insultar a los españoles que desde hace tres años vieron incrementado el recibo de la luz en un 50% y saben que en 2011 volverá a subir?
Es un aguinaldo perverso que tengamos que pagar las negligencias de un Gobierno que subvenciona a espuertas las energías renovables y el carbón nacional -que los gallegos pagaremos por partida doble: con el cierre de As Pontes y Cerceda y en el recibo de la luz-, pero no fue capaz de implementar una política energética acorde a las necesidades del país.
El IPC subió el año pasado el doble que los salarios y ahora con la luz llega una escalada de subidas de precios: gas, combustibles, transportes, peajes, alimentos…, que nos hace a todos más pobres. A ver como la soportan quienes más sufren los rigores de la crisis: los parados, las familias en dificultades, los empleados públicos, pensionistas y trabajadores que tienen sus ingresos congelados y pierden poder adquisitivo a raudales.
En fin, que me gustaría empezar el año con más alegría, pero es lo que hay: gente abatida y envuelta en una inmensa ola de pesimismo porque sabe que le esperan salarios más bajos y recibos más altos. Y más sobresaltos y recortes.
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