Un joven veinteañero en paro preguntó a Arturo Pérez-Reverte “qué leer”, y el escritor le aconsejó “un libro para aprender idiomas y largarse”. A veces, señala, creo que esto no tiene solución y este país irresponsable, históricamente enfermo, está condenado a repetirse a sí mismo hasta la traca final.
Las palabras de Pérez-Reverte son de una aplicabilidad de libro a Galicia, un país “históricamente enfermo” de rancio localismo, ese mal que corroe su entramado político, que periódicamente contagia a su tejido económico y social y nos lleva a malgastar energías y recursos escasos de forma irracional, triplicándolo todo, e impide acometer proyectos comunes para configurar y vertebrar al país.
Son muchos los ejemplos de rivalidades localistas y peleas pueblerinas estériles, desde la lucha por la capitalidad, las orquestas sinfónicas, las universidades, los puertos exteriores o las áreas metropolitanas hasta el más reciente de la fusión de las cajas. Pero el último episodio se produjo la semana pasada en la reunión del Comité de Rutas Aéreas. Cuando se creó, este Comité tenía como misión coordinar la actividad de los tres aeropuertos gallegos para evitar competencias absurdas entre ellos y buscar sinergias trabajando juntos para prestar el mejor servicio a Galicia y ser más competitivos con el cercano aeropuerto de Oporto.
Con esta intención de coordinar actuaciones se reunieron los políticos de la Xunta y de las tres ciudades aeroportuarias para repartir rutas y vuelos subvencionados -otro día hablaremos de esas subvenciones- y esa xuntanza solo sirvió para escenificar y actualizar sus discrepancias, con un severo rebrote de localismo que es el anticipo del que nos espera en las próximas elecciones municipales. La reunión fue una muestra más de la incapacidad crónica de entendimiento entre los regidores de esas ciudades que están en permanente conflicto y lastran cualquier decisión para acometer conjuntamente proyectos de país.
En fin, que no tenemos remedio. Parafraseando a un personaje de Mingote, “me gustaría ser extranjero para reírme”, pero a veces dan ganas de emigrar, como aconseja Pérez-Reverte. Habrá que rezar para que esa imagen de división no se produzca ante la japonesa Mitsubishi para que no nos deje sin la fábrica de baterías. Que es el proyecto común más inmediato e importante que tenemos.
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