Mi respuesta siempre fue negativa; ahora, en cambio, dudo. El voto es un derecho del ciudadano y una de las bases de la democracia, que permite que todos formemos parte de la élite del poder. Tenemos el derecho al voto porque somos ciudadanos, pero ¿tenemos obligaciones? ¿Es el voto una de ellas? Si no se vota, ¿tenemos derecho a la queja, a la réplica?
Viví en Bruselas una temporada. Tocaban elecciones al Parlamento y una carta llegó a mi casa. Se me obligaba a presentarme en las urnas, ya que era una residente más. No lo hice, pero tras enviar los oportunos justificantes. Allí se ‘obliga’ al voto.
En Colombia, en lugar de obligar, se incentiva. Un voto, un día menos de trabajo. Y votan más: los más informados, y los menos. Eliminemos ya ideas como: “si no entienden, que se mantengan al margen”. No, ¿o es que vamos a volver al sistema de ciudadanía griega?
Todos conocemos nuestros intereses. Incluso si un analfabeto sabe lo que quiere, ¿por qué no puede castigar al que más le perjudique?
No estoy segura del cambio; no sé si aportaría beneficios, pero creo que en un Estado democrático, el poder necesita del respaldo ciudadano. Treinta y dos países, treinta y dos versiones distintas: ausencia consecutiva a elecciones y renuncio al sufragio por no ejercer, establecimiento del voto como derecho irrenunciable, restricción de acceso a servicios públicos por no haber participado en la elección, sanciones económicas por no ejercer el derecho… ¿Mantendremos inalterada nuestra Constitución?
Reflexionemos todos: los ciudadanos, para luchar por lo que es nuestro; los gobernantes, porque quizá ninguno está ofreciendo lo que muchos esperamos.
Viví en Bruselas una temporada. Tocaban elecciones al Parlamento y una carta llegó a mi casa. Se me obligaba a presentarme en las urnas, ya que era una residente más. No lo hice, pero tras enviar los oportunos justificantes. Allí se ‘obliga’ al voto.
En Colombia, en lugar de obligar, se incentiva. Un voto, un día menos de trabajo. Y votan más: los más informados, y los menos. Eliminemos ya ideas como: “si no entienden, que se mantengan al margen”. No, ¿o es que vamos a volver al sistema de ciudadanía griega?
Todos conocemos nuestros intereses. Incluso si un analfabeto sabe lo que quiere, ¿por qué no puede castigar al que más le perjudique?
No estoy segura del cambio; no sé si aportaría beneficios, pero creo que en un Estado democrático, el poder necesita del respaldo ciudadano. Treinta y dos países, treinta y dos versiones distintas: ausencia consecutiva a elecciones y renuncio al sufragio por no ejercer, establecimiento del voto como derecho irrenunciable, restricción de acceso a servicios públicos por no haber participado en la elección, sanciones económicas por no ejercer el derecho… ¿Mantendremos inalterada nuestra Constitución?
Reflexionemos todos: los ciudadanos, para luchar por lo que es nuestro; los gobernantes, porque quizá ninguno está ofreciendo lo que muchos esperamos.
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