A pesar de las quejas y manifestaciones, ya ha llegado. Buena idea, difícil implantación: no podemos presumir de poseer una gran calidad educativa (pese a no ser tan mala como se comenta), pero podría ser mejor.
Un sistema basado en tres soportes. Por un lado, mejores profesores: se implanta un modelo europeo basado en trabajos y trato constante, cuando en la universidad española no se les exige más allá de dar clases magistrales y un examen final. Por otro, alumnos más preparados: menos tomar apuntes y más resolver casos, como en el sistema estadounidense. Es decir, formación más práctica desde el inicio, para que nuestros jóvenes salgan más capacitados al mercado de trabajo. Y por último, mejores universidades: dejemos de luchar por tener una facultad en cada ciudad, y ofrezcamos menos planes, pero más completos y acordes con las demandas de nuestros clientes.
Setenta universidades en España, más de 3.000 titulaciones ofertadas y una gran cantidad de alumnos que no saben qué será de su vida. Sin embargo, cuantos más estudios, más opciones de trabajo. Incluso en épocas tan complicadas como la actual, del total de desempleados registrados sólo el 7% tiene estudios superiores y únicamente el 2% son posgrados, mientras que el 35,45% no tiene estudios.
Aún así, es necesario reiterar la misma denuncia de siempre: comencemos por recompensar a los alumnos. Cansada de nunca recibir una beca porque mi familia excede de los ingresos máximos, con lo que al final resulto penalizada en comparación con otros que pueden sufragar con muy jugosa (y discutible) financiación donde yo sólo puedo disfrutar del esfuerzo familiar, y estudiando igual o más que el que sí la tenía, creo firmemente que el sistema de becas está obsoleto. Hay que recompensar el esfuerzo y no penalizar el origen familiar. El nuevo sistema requerirá mayores inversiones, lo sabemos; por eso el Estado seguirá ayudando al que lo necesite, pero premiando la cultura del esfuerzo y de la capacidad individual por méritos propios. Si realmente queremos unirnos al sistema europeo, hagamos como ellos: paguemos, aunque sea simbólico, a aquellos que decidan estudiar. Ya se sabe: en esta vida, todo se mueve por incentivos.
Un sistema basado en tres soportes. Por un lado, mejores profesores: se implanta un modelo europeo basado en trabajos y trato constante, cuando en la universidad española no se les exige más allá de dar clases magistrales y un examen final. Por otro, alumnos más preparados: menos tomar apuntes y más resolver casos, como en el sistema estadounidense. Es decir, formación más práctica desde el inicio, para que nuestros jóvenes salgan más capacitados al mercado de trabajo. Y por último, mejores universidades: dejemos de luchar por tener una facultad en cada ciudad, y ofrezcamos menos planes, pero más completos y acordes con las demandas de nuestros clientes.
Setenta universidades en España, más de 3.000 titulaciones ofertadas y una gran cantidad de alumnos que no saben qué será de su vida. Sin embargo, cuantos más estudios, más opciones de trabajo. Incluso en épocas tan complicadas como la actual, del total de desempleados registrados sólo el 7% tiene estudios superiores y únicamente el 2% son posgrados, mientras que el 35,45% no tiene estudios.
Aún así, es necesario reiterar la misma denuncia de siempre: comencemos por recompensar a los alumnos. Cansada de nunca recibir una beca porque mi familia excede de los ingresos máximos, con lo que al final resulto penalizada en comparación con otros que pueden sufragar con muy jugosa (y discutible) financiación donde yo sólo puedo disfrutar del esfuerzo familiar, y estudiando igual o más que el que sí la tenía, creo firmemente que el sistema de becas está obsoleto. Hay que recompensar el esfuerzo y no penalizar el origen familiar. El nuevo sistema requerirá mayores inversiones, lo sabemos; por eso el Estado seguirá ayudando al que lo necesite, pero premiando la cultura del esfuerzo y de la capacidad individual por méritos propios. Si realmente queremos unirnos al sistema europeo, hagamos como ellos: paguemos, aunque sea simbólico, a aquellos que decidan estudiar. Ya se sabe: en esta vida, todo se mueve por incentivos.