Wednesday, March 05, 2008

La gran promesa

Cerca ya del cierre de la campaña estoy seguro de que la mayoría de los electores no son capaces de asociar cada promesa con el político que la formuló y ya no saben quién va a bajar más los impuestos, subir más los salarios y pensiones, abrir más guarderías o quién prometió crear más empleo.
Pero en Galicia hay una promesa recurrente que sobresale a todas las demás: el tren de alta velocidad. Con él todos se han comprometido, desde el presidente que promete "poner fin al aislamiento histórico", hasta el líder-candidato de la oposición, que promete "atender a Galicia como es debido, dotándola de las infraestructuras que necesita". Y como ellos, todos los candidatos que desfilaron por las tribunas mitineras gallegas.

Son tantos los efectos beneficiosos de la alta velocidad que en el I Congreso de la Red de Ciudades del AVE celebrado en 2005 se dijo que esta infraestructura tiene enormes implicaciones en el desarrollo e integración de las regiones. El AVE, señalan los expertos, conecta los núcleos más activos del país, posibilita el acceso a bienes y mercados, aumenta la eficiencia de los territorios y contribuye al incremento de la productividad de las empresas.

Al AVE cabe aplicarle los versos que Curros escribió cuando llegó a Ourense la primera locomotora: "Por onde ela pasa fecunda os terreos, espértanse os homes, florecen os eidos? Tras dela vén a fartura ¡i a luz i o progreso!". Por eso es una prioridad, aunque Galicia tenga otras necesidades. Cuando llegue cambiará su faz, acabará con el aislamiento y traerá consigo un nuevo concepto espacio-temporal que dinamiza e impulsa relaciones y economías.

No se trata de tener un juguete más, sino de disponer de este símbolo de la modernidad y progreso que es vital para que el país esté conectado a las zonas más pujantes del Estado y Europa, y alcance mayor desarrollo. Por tanto, que los políticos que resulten elegidos y los que ya están dejen de gestionar expectativas y busquen el consenso, porque todos van a ser responsables, por silencios cómplices o prioridades mal entendidas, si esta gran promesa no es una realidad a tiempo.

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