Punxín es un ayuntamiento pequeño de la comarca de O Carballiño en la provincia de Ourense, que dista de la capital unos 17 kilómetros. Según el censo de 2005, cuenta con 942 habitantes, poca población porque también padeció los rigores de la emigración que causó una incesante pérdida de efectivos.
Tradicionalmente gobernado por la derecha, en las últimas municipales las urnas dieron la victoria al Partido Socialista y el primero de su lista accedió a la alcaldía. Un cambio de gobierno esperado y normal, que revitaliza el sistema y fortalece las instituciones.
Pero hete aquí que la primera decisión que tomó el nuevo regidor en el primer día hábil de mandato fue firmar la carta de despido de Ramona Lema, la limpiadora contratada por el Concello que repartía sus quince horas semanales de trabajo entre el propio concello, el colegio público y el centro de salud. Percibía un salario de 296,36 euros.
El Juzgado de lo Social de Ourense que vio la demanda de la trabajadora falló que el despido es nulo y en los fundamentos de la sentencia señala que se ha acreditado la discriminación y vulneración del principio de igualdad porque la única causa de despido es la militancia de la limpiadora en un partido político distinto del que gobierna en Punxín. Por ello, condena al Concello a readmitirla en el mismo puesto y en iguales condiciones.
Tres reflexiones. Primera, envidiar la suerte del Concello de Punxín cuyo problema más importante es el causado por una limpiadora cumplidora y mal pagada, que genera la primera decisión tan contundente de su alcalde.
Segunda: constatar la pervivencia de procederes de la época feudal. Actuación tan genuinamente prepotente y caciquil como esta debería avergonzar a ese regidor del partido de don Pablo Iglesias, que también fue un obrero maltratado.
Tercera: las palabras de Ramona Lema: "Se unha persoa cumpre co seu traballo hai que respectala, non se pode ir asoballando como fixo este home. A sentenza deixa as cousas no seu sitio. É de lei". Una sencilla lección de cómo hay que comportarse con los trabajadores.
Tradicionalmente gobernado por la derecha, en las últimas municipales las urnas dieron la victoria al Partido Socialista y el primero de su lista accedió a la alcaldía. Un cambio de gobierno esperado y normal, que revitaliza el sistema y fortalece las instituciones.
Pero hete aquí que la primera decisión que tomó el nuevo regidor en el primer día hábil de mandato fue firmar la carta de despido de Ramona Lema, la limpiadora contratada por el Concello que repartía sus quince horas semanales de trabajo entre el propio concello, el colegio público y el centro de salud. Percibía un salario de 296,36 euros.
El Juzgado de lo Social de Ourense que vio la demanda de la trabajadora falló que el despido es nulo y en los fundamentos de la sentencia señala que se ha acreditado la discriminación y vulneración del principio de igualdad porque la única causa de despido es la militancia de la limpiadora en un partido político distinto del que gobierna en Punxín. Por ello, condena al Concello a readmitirla en el mismo puesto y en iguales condiciones.
Tres reflexiones. Primera, envidiar la suerte del Concello de Punxín cuyo problema más importante es el causado por una limpiadora cumplidora y mal pagada, que genera la primera decisión tan contundente de su alcalde.
Segunda: constatar la pervivencia de procederes de la época feudal. Actuación tan genuinamente prepotente y caciquil como esta debería avergonzar a ese regidor del partido de don Pablo Iglesias, que también fue un obrero maltratado.
Tercera: las palabras de Ramona Lema: "Se unha persoa cumpre co seu traballo hai que respectala, non se pode ir asoballando como fixo este home. A sentenza deixa as cousas no seu sitio. É de lei". Una sencilla lección de cómo hay que comportarse con los trabajadores.
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