Cuando empieza a desaparecer el bronceado estival son muchos los individuos que padecen ese mal de las sociedades satisfechas que los psicólogos llaman síndrome postvacacional, una especie de alteración anímica que tiene su causa en la ruptura del ritmo vacacional y la brusca incorporación al trabajo. Dejar el chiringuito de la playa o del campo, los amores primerizos o tardíos, los días de relax, descanso prolongado o intensa actividad social trae consigo estos desequilibrios físico-psíquicos que, dicen los expertos, son más acusados en quienes están más insatisfechos de su vida laboral.
Tras tanta felicidad enlatada, decaen los ánimos ante la perspectiva de volver a la rutina y responsabilidad de la vida diaria, que depara el reencuentro con el trabajo desagradable, el jefe impertinente, la hipoteca gravosa y la dificultad para llegar a fin de mes.
Pero en otras personas, parece que aquellas que tienen una vida laboral gratificante, el final del verano provoca un estado anímico positivo capaz de contrarrestar ese "bobo decaimiento" que produce la cercanía del otoño.
Una de sus manifestaciones es la euforia de los buenos propósitos. Después del veraneo quien más quien menos ha sucumbido a la tentación de emprender una serie de actividades y proyectos con las que cree va a conquistar el mundo: un nuevo intento de estudiar inglés, adelgazar esos quilos de más, enfrascarse en nuevas lecturas para subsanar lagunas culturales, trazar un plan de ahorro? Algo de esto deben de saber los empresarios y los expertos en publicidad porque es en estos días cuando aparecen en el mercado numerosas ofertas de productos tan diversos como cursos de idiomas, grandes enciclopedias y obras maestras, recopilaciones musicales, fascículos y coleccionables varios o descuentos especiales en los gimnasios.En septiembre, parece que todo comienza de nuevo y mejor empezar con fuerza y optimismo que, si no garantizan la felicidad, ayudan para ir tirando. Porque acabado el mes de vacaciones, es muy importante gestionar bien la rutina de los once restantes, que es donde vamos a pasar el resto del año.
Tras tanta felicidad enlatada, decaen los ánimos ante la perspectiva de volver a la rutina y responsabilidad de la vida diaria, que depara el reencuentro con el trabajo desagradable, el jefe impertinente, la hipoteca gravosa y la dificultad para llegar a fin de mes.
Pero en otras personas, parece que aquellas que tienen una vida laboral gratificante, el final del verano provoca un estado anímico positivo capaz de contrarrestar ese "bobo decaimiento" que produce la cercanía del otoño.
Una de sus manifestaciones es la euforia de los buenos propósitos. Después del veraneo quien más quien menos ha sucumbido a la tentación de emprender una serie de actividades y proyectos con las que cree va a conquistar el mundo: un nuevo intento de estudiar inglés, adelgazar esos quilos de más, enfrascarse en nuevas lecturas para subsanar lagunas culturales, trazar un plan de ahorro? Algo de esto deben de saber los empresarios y los expertos en publicidad porque es en estos días cuando aparecen en el mercado numerosas ofertas de productos tan diversos como cursos de idiomas, grandes enciclopedias y obras maestras, recopilaciones musicales, fascículos y coleccionables varios o descuentos especiales en los gimnasios.En septiembre, parece que todo comienza de nuevo y mejor empezar con fuerza y optimismo que, si no garantizan la felicidad, ayudan para ir tirando. Porque acabado el mes de vacaciones, es muy importante gestionar bien la rutina de los once restantes, que es donde vamos a pasar el resto del año.
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