De Punxín viajamos a Ourense, donde se viven otros desmadres que el diccionario de Seco define como "sobrepasar los límites de lo normal o razonable". Y esto es lo que ocurre o al menos trasciende de la gestión de los políticos en las instituciones local y provincial. En el ayuntamiento, cuatro meses después de las elecciones la Corporación bipartita aún debe estar contando los funcionarios fijos, el personal laboral, los contratados eventuales y los agentes de Desarrollo Local trasvasados por la Diputación, que no caben en la casa consistorial.
Los fijos aumentaron antes de las elecciones con una oposición "de urgencia" convocada por el gobierno anterior que, curiosamente, aprobaron familiares y allegados de dirigentes populares. Seguramente es verdad aquella sentencia de Fraga: "Los hijos de gente preparada están más capacitados". Lo cierto es que el bipartito heredó un concello con las arcas vacías, casi en bancarrota, y lleno de personal para el que no hay cometido ni espacio. Es tan esperpéntico como el que estén en nómina 32 bedeles para hacer recados, 8 técnicos de turismo de los que sólo uno es titulado y 8 porteros para guardar dos puertas. Aquellos políticos merecían algo más que la derrota en las urnas, pero se fueron de rositas.
Las cosas que se cuentan de la Diputación son igual de alucinantes. Además de las contrataciones de familiares y amigos, la oposición habla de funcionarios que no acuden al trabajo y cobran; de marginaciones caprichosas de técnicos solventes; de pelotazo urbanístico por la venta de una finca por un cuarto de su valor o, la última, de la creación de una sociedad urbanística para, según la oposición, "seguir colocando a los afines".
Las crónicas que llegan de la ciudad de As Burgas relatan muchos otros casos que demuestran que ni en la dictadura se gobernaba con tanta desfachatez. Yo no sé qué mal fario persigue a los ourensanos para que una provincia que generó empresarios y profesionales acreditados y cabezas tan claras como Otero, Risco, Xaquín Lourenzo o Casares esté gobernada por políticos tan mediocres e irresponsables.
Los fijos aumentaron antes de las elecciones con una oposición "de urgencia" convocada por el gobierno anterior que, curiosamente, aprobaron familiares y allegados de dirigentes populares. Seguramente es verdad aquella sentencia de Fraga: "Los hijos de gente preparada están más capacitados". Lo cierto es que el bipartito heredó un concello con las arcas vacías, casi en bancarrota, y lleno de personal para el que no hay cometido ni espacio. Es tan esperpéntico como el que estén en nómina 32 bedeles para hacer recados, 8 técnicos de turismo de los que sólo uno es titulado y 8 porteros para guardar dos puertas. Aquellos políticos merecían algo más que la derrota en las urnas, pero se fueron de rositas.
Las cosas que se cuentan de la Diputación son igual de alucinantes. Además de las contrataciones de familiares y amigos, la oposición habla de funcionarios que no acuden al trabajo y cobran; de marginaciones caprichosas de técnicos solventes; de pelotazo urbanístico por la venta de una finca por un cuarto de su valor o, la última, de la creación de una sociedad urbanística para, según la oposición, "seguir colocando a los afines".
Las crónicas que llegan de la ciudad de As Burgas relatan muchos otros casos que demuestran que ni en la dictadura se gobernaba con tanta desfachatez. Yo no sé qué mal fario persigue a los ourensanos para que una provincia que generó empresarios y profesionales acreditados y cabezas tan claras como Otero, Risco, Xaquín Lourenzo o Casares esté gobernada por políticos tan mediocres e irresponsables.