La emigración siempre se cruza en el destino de Galicia. Años atrás, nuestros compatriotas huían de la miseria y se iban a América, Europa, País Vasco o Cataluña con lo puesto en busca del trabajo que su tierra no les daba. Eran brazos jóvenes y maduros, llenos de vitalidad pero con escasa formación, que dejaron todas sus energías en los países de destino a cambio de la supervivencia, en unos casos, y de una discreta fortuna, en otros.
En el siglo XXI Galicia aún sigue exportando mano de obra. Hace unos días, el Instituto Nacional de Estadística aportaba un dato escalofriante: desde abril de 2008, 28.957 gallegos abandonaron la comunidad en busca de un trabajo. El dato del INE cobra más gravedad porque la mayoría de los que se fueron tienen entre 25 y 35 años y conforman una nueva generación de emigrantes cualificados -economistas, médicos, informáticos, ingenieros, farmacéuticos, abogados, químicos...- formados en nuestras universidades, que se van con sus saberes, sus destrezas y habilidades que no aprovecha el tejido empresarial y productivo de esta tierra, que pierde esa mano de obra joven y capacitada y pierde, además, los recursos invertidos en su formación. Así es como Galicia se descapitaliza y vacía de talento, con la emigración de esta generación -la mejor formada de nuestra historia- que se va porque aquí no se le ofrecen posibilidades para construir un futuro digno.
Hay otro dato igual de preocupante. En Galicia, los jubilados y parados suman hoy más efectivos que la fuerza laboral como consecuencia del envejecimiento de la población y del paro que está generando la crisis económica.
La conclusión es clara: si se van los jóvenes capacitados y si hay más personas que perciben prestación por jubilación y paro que trabajadores en activo, tenemos un problema serio derivado de desequilibrios estructurales que siembran dudas sobre el futuro del país que, con esos datos, se vislumbra tan negro como negras son las noches de este diciembre que se acaba.
¿Qué se puede hacer? Crear las condiciones para revitalizar el sistema productivo y disminuir el paro; retener el talento y atajar la sangría del envejecimiento de la población son asuntos que merecen una reflexión profunda y necesitan de las actuaciones pertinentes por parte de la administración, de las empresas y de toda la sociedad.