Friday, October 29, 2010

Perlas verbales

Los comentarios del alcalde de Valladolid referidos a la ministra de Sanidad han provocado la indignación en amplios sectores de la opinión pública, sobre todo dentro del partido socialista y del Gobierno cuyo vicepresidente y portavoz aprovechó esas palabras cargadas de tan rancio machismo para arremeter contra el mandatario de la ciudad castellana y, por elevación, contra los dirigentes de su partido.

Pero la pérdida de control verbal no es exclusiva de este alcalde, sino que es bastante frecuente entre dirigentes políticos de casi todos los partidos. En diciembre de 2008 pudimos escuchar tres perlas verbales cada cual más extemporánea. La primera fue de Pedro Castro, alcalde de Getafe y presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias que en un acto público preguntaba “¿Por qué hay tanto tonto de los cojones que todavía vota a la derecha?”. Unos días después Joan Tardá de ERC, en un acto contra la Constitución (gracias a la cual es Diputado) gritó: “El Tribunal Constitucional es un órgano corrupto. ¡Viva la república y muera el Borbón!”. De estas expresiones hizo su peculiar valoración Manuel Fraga diciendo que “habría que ponderar el peso de los nacionalistas colgándolos de algún sitio”.

Hay más ocurrencias de viejo estilo tabernario. Son célebres las de Alfonso Guerra sobre Soledad Becerril y el presidente Suárez, entre otras, y no desmerecen la de Magdalena Álvarez sobre el “plan gallego de mierda” o la de Rosa Díez que calificó al presidente del Gobierno como “gallego en el peor significado del término”. Pero esta del alcalde de Valladolid supera a todas en zafiedad porque queriendo arremeter contra la ministra ofende a la mujer que merece toda consideración y respeto.

Es lamentable que, a veces, comentarios tan burdos no sean desautorizados de forma contundente por los dirigentes de los partidos que solo condenan los que se producen en la acera de enfrente. Pero aún es más triste que estos y muchos otros excesos verbales reflejen el bajo nivel de algunos políticos lenguaraces a los que se les calienta la boca con comentarios impertinentes y hasta ofensivos que, aparte de descalificarse a si mismos, envilecen el pensamiento político y ofenden la inteligencia ciudadana.

Parafraseando al personaje de una viñeta de Romeu, primero hay que ser educado y después político.

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