Las previsiones económicas del Gobierno para el año que viene deben ser una ficción porque el gobernador del Banco de España la semana pasada, en el marco solemne de una comparecencia ante la Comisión de Presupuestos, instó al Ejecutivo a que diseñe un “plan B” que garantice el objetivo de reducir el déficit público para mantener la credibilidad y la confianza de los mercados a los que el país acude con frecuencia.
El gobernador maneja buena información y no debe andar descaminado porque pocas horas después el Fondo Monetario Internacional rebajaba a la mitad la cifra oficial de crecimiento para 2011, relegaba a España al puesto doce de las economías mundiales -era la octava potencia económica hace tres años- , y también advertía que habrá que realizar más ajustes para alcanzar la meta de la estabilidad presupuestaria.
Pero de la intervención del gobernador llamó especialmente la atención que, como ajustes adicionales, pidiera expresamente que se impulse la moderación salarial y abogara por la desaparición definitiva de las cláusulas de revisión de salarios vinculada a la inflación. Dicho en lenguaje coloquial, pide más sacrificios a los asalariados, los paganos de siempre que, con este discurso, dentro de poco tendrán que pagar por trabajar.
Y no es justo, porque ya pagaron su peaje. En los tres años de crisis se hicieron reconversiones brutales que enviaron al paro a millones de trabajadores -en Galicia los últimos llegarán de Cerceda, As Pontes y Vulcano-, hubo rebajas de sueldos en el sector público y en muchas empresas privadas, se congelaron las pensiones que van a reformar elevando la edad de jubilación y el periodo para acceder a las prestaciones, se hizo una reforma laboral que facilita y abarata el despido y la cultura de la precariedad se instaló en el ámbito de las relaciones laborales. ¿Qué más quiere de los asalariados y de las clases medias?
Por eso, el gobernador debería apuntar en otra dirección para hacer los “ajustes adicionales” y mirar, por ejemplo, a las entidades financieras con las que él tiene mucho que ver, que son las grandes responsables de que el crédito no fluya y la sociedad tarde tanto en encontrar la puerta de salida de esta gran recesión. Los trabajadores ya cumplieron su parte pagando por una crisis que no causaron.
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