Wednesday, August 11, 2010

El estado de la nación bis

En julio, cuando comenzaba el relajo vacacional, sus Señorías se vestían de las mejores galas para el debate del estado de la Nación que, al final, casi quedó reducido a un duro intercambio dialéctico entre el jefe del Ejecutivo y el líder de la oposición en una sobredosis de exposición mediática. Fue más de lo mismo y la ciudadanía, que tampoco tenía puestas sus esperanzas en ese debate, siguió como estaba, con las mismas dudas y divorciada de su clase política.

Un mes después el Barómetro de verano del CIS acaba de mostrarnos el estado de la nación desde la visión del ciudadano y el análisis produce escalofríos. Suspenden todos los políticos -aunque fueron elegidos por quienes ahora les catean, pero en listas cerradas-, que en conjunto son es el tercer problema que preocupa a los españoles, que también sostienen que tanto la situación política como la económica son malas o muy malas y un alto porcentaje estima que dentro de un año serán igual o peor.

La gestión del Gobierno y todos sus ministros obtienen un suspenso clamoroso y el presidente merece poca o ninguna confianza para ocho de cada diez ciudadanos, que pasan factura a sus medidas anticrisis y a sus políticas erráticas. En paralelo a la mala valoración del Gobierno y su presidente, el líder de la oposición suspende aún con peor nota y provoca más rechazo y desconfianza en los encuestados, lo que evidencia que o bien el candidato es un desastre o sus asesores y equipo de imagen son unos ineptos. Aún así, el PP ganaría ahora las elecciones como mal menor por representar la única alternativa de cambio de gobierno.

Pero en un análisis apartidista, lo de menos es quién resultaría vencedor si las elecciones se celebraran ahora, aunque esto haya acaparado los titulares en los medios. Lo relevante -y grave- es que la gente suspende a un mal gobierno y no encuentra en la oposición la alternativa que garantice una mejor gestión para afrontar los problemas que tiene el país y preocupan a los ciudadanos.

Por tanto, el examen de agosto del Centro de Investigaciones Sociológicas refleja el estado de la nación en su versión ciudadana: una asombrosa falta de credibilidad de la clase política y un país desmoralizado que, en palabras de Jordi Sevilla, está harto del Gobierno y de la oposición. Deberían tomar nota.

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