El gobierno bipartito asumió como propio “un proxecto que non é o noso” y recabó opiniones e informes de instituciones y “pensadores” gallegos, que no aportaron grandes ideas para una mejor redefinición de la Ciudad de la Cultura. Con poca claridad de ideas el proyecto siguió adelante y ahora, llegados a este punto sin retorno y cercana la inauguración del primer edificio, se crea la Fundación Gaiás, un “novo órgano de xestión” para que el complejo llegue a ser el icono y el centro dinamizador de la riqueza cultural de Galicia.
El modelo elegido para la constitución de la Fundación compromete a lo más granado del sistema productivo con el futuro del complejo al sentar a la mesa a empresarios relevantes del país, que pasan por alto la indefinición inicial del proyecto y los desvaríos presupuestarios pasados y aceptan resignados este “impuesto de legislatura” que socializa el despropósito. Ese y no otro es el “compromiso de la sociedad civil” gallega que pasa por caja por imperativo político sin que crea en la viabilidad económica y cultural del invento.
La “invitación” a los empresarios tampoco entraña novedad porque eso mismo hacía Fraga cuando paría algún proyecto descabellado. De hecho ellos están acostumbrados a estas llamadas como revela la expresión de uno que al llegar en julio a Monte Pío preguntó “cuanto hay que poner”. En este sentido este Gobierno repite el modelo fraguiano de captación de recursos para sacar adelante determinados embolados.
Es más novedoso -y positivo- que al frente de esa entidad se ponga a un profesional buen conocedor del mundo de los grandes museos y centros culturales, que parece la persona adecuada para conseguir rentabilidad económica y cultural para que el complejo del Gaiás no resulte una carga insoportable e inútil para el país. Un objetivo difícil de alcanzar incluso para este profesional con tanta experiencia, y que tampoco garantiza la entrada del capital privado del selecto grupo empresarios.
En fin que siguiendo los impulsos de primeros de año, los mejores deseos para que la Fundación ponga en valor esta “obra de autor” hasta convertirla “nun motor para o desenvolvemento cultural, social e económico” de Galicia.
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