Barry Levinson dirigió en 1997 un filme con este título que cuenta la historia de un presidente que pasa por una etapa difícil debido a un escándalo que estalló en la Casa Blanca. Un miembro de su gabinete, ayudado por un productor cinematográfico, pone en marcha un plan para sacarle del apuro y, entre otras acciones, “crea” una guerra contra un enemigo exterior. El conflicto hace de cortina tan eficaz que consigue desviar la atención de la sociedad de aquel escándalo y recuperar la popularidad del presidente.
La película es una crítica a los políticos que manipulan y hasta inventan realidades -cortinas de humo- en su propio beneficio cuando tienen problemas, y también a la misma sociedad que, en lugar de cuestionar las informaciones, cree las historias que le cuentan los telediarios.
“¿Quién levanta cortinas de humo para desviar la atención de la crisis?”, preguntaba acertadamente El Correo Gallego la semana pasada. Porque, más allá de la ficción del filme, las cortinas de humo no son exclusivas de América y en esta democracia consolidada también corremos el riesgo de ser intoxicados, como demuestran varios ejemplos de polémicas y debates sobre cuestiones que llegaron aquí desde Madrid casi convertidas en “asunto nacional”. Ahí está la placa de Sor Maravillas, la cúpula de Barceló en la sede de la ONU en Ginebra, el protagonismo enfermizo del juez Garzón o los papeles de los vuelos a Guantánamo que, casualmente, se publican ahora. Los últimos días nos entretuvieron con la expresión insultante de un alcalde a los votantes de la derecha y los exabruptos de un diputado contra el modelo de Estado.
Siempre hubo manipulaciones desde los partidos y sobre todo desde el poder y sus aledaños con la técnica socorrida de la verdad a medias o la transferencia de culpas al otro sin reconocer jamás los propios errores. Su objetivo es provocar “debates de taberna” para desviar la atención de la gente de problemas importantes, a veces desatendidos por los mismos que detentan el poder.
Nos conviene aprender a depurar las informaciones porque seguro que en los próximos meses aparecerán muchos asuntos para distraernos, sobre todo en Galicia que empezará el año en campaña electoral.
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