El día de los Inocentes se cumplirán quince años de la intervención de Banesto con la destitución del Consejo y su presidente, que meses después era juzgado por malas prácticas bancarias que habían dejado un desequilibrio patrimonial importante en el banco.
Rescato del recuerdo aquel episodio porque Mario Conde era un aprendiz de mal gestor comparado con los directivos responsables de que tantas entidades financieras de EE.UU y Europa hayan quebrado, hayan tenido que ser mal vendidas o hayan sido “salvadas” por los Estados en operaciones socializadoras de las pérdidas.
“Pues sí…, los bonos, las titulaciones y todo eso eran una ficción, pero ¿a que parecía real?”, piensa un financiero satisfecho y sonriente creado por El Roto. “Parecía real” el modelo de gestión de las finanzas implantado por unos cuantos ejecutivos avariciosos, osados, incompetentes y corruptos (ponga usted la proporción) y resultó que sus orgías especulativas engendraron una crisis económica y financiera global sin precedentes.
Es la cara más salvaje del capitalismo financiero sin control, del liberalismo a ultranza que con estas actuaciones llegó al final de su recorrido, pero amenaza con derribar el edificio y hasta los cimientos que sustentan el sistema bancario y del crédito, que es la base del funcionamiento de la economía.
Dicen que nada va a ser igual. Los mecanismos del mercado por sí solos ya no son capaces de restaurar el clima de confianza y credibilidad perdidas en el ámbito financiero y en la actividad económica. Esa quiebra también afecta a los responsables políticos, escasos de liderazgo para gestionar una crisis que no supieron prever y cuya profundidad desconocemos. En otra viñeta El Roto reproduce el dialogo de dos ejecutivos: “La gente está furiosa con la situación”, dice uno, “Y eso que no saben cual es la situación”, contesta el otro.
Volviendo al caso Banesto, Mario Conde fue condenado y degradado socialmente. Por contra, los ejecutivos causantes del monumental desastre de ahora son indemnizados con cantidades millonarias (en dólares) y algunos premiados con vacaciones y lujos insultantes. El sistema que tanto hemos venerado tiene estas cosas.
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