Cuando Felipe II presentía cercana la muerte, sabedor de las carencias de su heredero, confesaba a don Cristóbal de Moura, marqués de Castel Rodrigo: "¡Ay, don Cristóbal, que me temo que me lo han de gobernar!". El tiempo confirmaría sus temores porque el sucesor entregó el gobierno del reino a validos que buscaban más satisfacer sus ansias de poder que servir al país.
Traigo a colación este episodio porque estamos en la semana que va a definir el futuro de las cajas y, parafraseando a Felipe II, la pregunta es si a Galicia "la han de gobernar" imponiéndole la decisión final sobre estas entidades que, por imperativos de la crisis, ya no pueden caminar en solitario.
Cualquier solución es mala por los altos costes laborales, financieros y sociales. Pero, dando por supuesta la solvencia de ambas entidades, la fusión es la solución menos costosa y la única que garantiza que el país siga contando con una entidad financiera propia. ¿Quién se opone a esta alternativa? Corre por Galicia un vendaval de pesimismo e impotencia porque de nuevo "la quieren gobernar" un puñado de intereses personalistas y planteamientos políticos que solo piensan en clave local y se oponen a la unión de las cajas para mantener sus feudos, con manifiesto desprecio al interés general del país.
Las cajas forman parte de nuestro paisaje económico, cultural y social, y Galicia no se concibe sin la existencia de estas instituciones que nacieron en su seno y crecieron con el país, cuyo desarrollo supieron impulsar. Llevarlas a una fusión virtual foránea con el invento del SIP equivale a su desintegración progresiva y a la pérdida segura de su condición de gallegas, que alguien debería impedir invocando la "razón de estado". Y si desaparecen que nadie culpe a agentes externos: entre todos las perdimos para seguir instalados en el minifundio en estado puro y sin "leiras".
No solo "Feijoo se la juega en diez días", como titulaba un periódico, sino que esta es la partida de todos los gallegos. Que Breogán ilumine al presidente y a sus interlocutores -ayer las cajas y hoy la oposición- para que Galicia no desaparezca del mundo de las finanzas y siga contando con una Caja propia, solvente y global.
Traigo a colación este episodio porque estamos en la semana que va a definir el futuro de las cajas y, parafraseando a Felipe II, la pregunta es si a Galicia "la han de gobernar" imponiéndole la decisión final sobre estas entidades que, por imperativos de la crisis, ya no pueden caminar en solitario.
Cualquier solución es mala por los altos costes laborales, financieros y sociales. Pero, dando por supuesta la solvencia de ambas entidades, la fusión es la solución menos costosa y la única que garantiza que el país siga contando con una entidad financiera propia. ¿Quién se opone a esta alternativa? Corre por Galicia un vendaval de pesimismo e impotencia porque de nuevo "la quieren gobernar" un puñado de intereses personalistas y planteamientos políticos que solo piensan en clave local y se oponen a la unión de las cajas para mantener sus feudos, con manifiesto desprecio al interés general del país.
Las cajas forman parte de nuestro paisaje económico, cultural y social, y Galicia no se concibe sin la existencia de estas instituciones que nacieron en su seno y crecieron con el país, cuyo desarrollo supieron impulsar. Llevarlas a una fusión virtual foránea con el invento del SIP equivale a su desintegración progresiva y a la pérdida segura de su condición de gallegas, que alguien debería impedir invocando la "razón de estado". Y si desaparecen que nadie culpe a agentes externos: entre todos las perdimos para seguir instalados en el minifundio en estado puro y sin "leiras".
No solo "Feijoo se la juega en diez días", como titulaba un periódico, sino que esta es la partida de todos los gallegos. Que Breogán ilumine al presidente y a sus interlocutores -ayer las cajas y hoy la oposición- para que Galicia no desaparezca del mundo de las finanzas y siga contando con una Caja propia, solvente y global.
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